Es sabido que algunos
presidentes republicanos de los Estados Unidos no eran capaces de hacer dos
cosas a la vez. Ya no tienen esa exclusiva. A nuestro gobierno le pasa algo
similar.
En casi año y medio de
legislatura no han sido capaces de gobernar, más allá de las tardías y
equivocadas actuaciones ante el conflicto independentista. No voy a
minusvalorar la tremenda importancia e implicaciones de todo tipo del conflicto
político y social en Cataluña y la necesidad de resolverlo cuanto antes y de la
mejor manera. Pero siendo una evidente prioridad política, social y económica,
no se puede limitar la acción de gobierno a este problema, por muy importante
que sea (y encima sin una estrategia coherente y sensata).
La realidad de España,
de Europa, de nuestro mundo globalizado, no puede esperar a que por fin se
solucione el conflicto independentista, que por otra en el mejor de los casos
va a tardar años en resolverse.
Si por algo se
caracteriza esta época que nos ha tocado vivir, es por el tremendo dinamismo de
los cambios políticos, económicos, tecnológicos, sociales, medio ambientales…que
exigen prospección, información, debate, toma de decisiones, actuaciones,
evaluaciones, replanteamientos, visión a medio y largo plazo. Y como dice el refrán
“camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”. Nuestro gobierno esta
dormido, pero lo malo es que la corriente nos puede llevar a todo el país.
En estos 15 meses el
gobierno ni ha legislado y lo que es peor ha boicoteado las iniciativas
políticas de los grupos parlamentarios, incluidas aquellas que incluso ha
apoyado su peculiar socio de gobierno y a la vez rival, Ciudadanos.
La parálisis
gubernativa también nos tiene alejados de los debates europeos, donde cada vez
tenemos menos influencia, incluso el presidente del gobierno no se ha molestado
en ir a la Conferencia de Davos, que más allá de la opinión que nos merezca su
composición y actitudes, sin duda es un foro de gran importancia política y
económica. Macron y Merkel llevan meses proponiendo iniciativas para dar un
nuevo impulso a la Unión Europea y no se conoce aportación alguna de nuestro
país al respecto.
Se están produciendo
importantes reequilibrios geopolíticos y económicos, con una presencia cada vez
mas activa de China y en segundo lugar de la India, y aquí no tenemos nada
pensado al respecto.
La revolución
tecnológica cada día más acelerada, está cambiando y va a cambiar aún más y más
rápidamente las comunicaciones, las relaciones empresariales, la educación, los
transportes, las formas de producción y trabajo, los movimientos de capitales…etc.
Y aquí estamos saliendo de la crisis con innumerables bares, cafeterías, fruterías,
negocios de esoterismo, tiendas de alimentación alternativa, gimnasios, locales
de cuidados estéticos, de uñas y pestañas…
Mientras, la inversión
en I+D+I está bajo mínimos, el sistema educativo cada vez está respondiendo menos
a las necesidades de los nuevos procesos productivos, volvemos paulatinamente a
la burbuja inmobiliaria empezando por el desmadre de los alquileres, rehuimos
un debate en serio sobre las necesidades energéticas, pasamos de adoptar
medidas estructurales en relación al cambio climático o ralentizamos
infraestructuras esenciales como el corredor mediterráneo o la Y vasca y
nuestras pequeñas y medianas empresas se mueven en la confusión o la ignorancia
sobre cual va a ser el modelo productivo de nuestro país.
En definitiva, estamos
saliendo de la crisis en buena medida con la inestimable ayuda del Banco
Central Europeo, del terrorismo islámico que nos rebota millones de turistas, y
de la coyuntural contención del precio del petróleo. Nuestro gobierno no se ha
molestado en abrir una seria reflexión y debate público sobre la crisis y la
salida de la crisis y sobre todo en relación al nuevo modelo productivo que nos
evite volver a las andadas. Esta debería ser una de las prioridades del
Congreso de los Diputados, donde por cierto se han sucedido una serie de
comparecencias de altos responsables públicos y privados relacionados con el
sector financiero de nuestro país y es vergonzoso que se hayan ido de rositas tras
haber admitido (menos Rodrigo Rato), los graves errores y equivocaciones
cometidos en la gestión de la crisis económica y bancaria.
Pero no solo es urgente
debatir y diseñar un nuevo modelo productivo, es que también hay que abordar
con urgencia y rigor, las consecuencias sociales de casi 10 años de crisis. Una
gravísima ruptura del modelo de relaciones laborales, con la precarización del
empleo, con la cronificación de amplios colectivos en situación de pobreza y/o
exclusión social, con la aparición de la nueva realidad de trabajadores pobres,
con la explotación del empleo joven y la desigualdad salarial entre hombres y
mujeres. El deterioro del Sistema Nacional de Salud y del Sistema Educativo, la
debilidad del Sistema de Atención a la Dependencia, el insuficiente desarrollo
de los servicios sociales o los déficits de vivienda digna y accesible. Se
demora el análisis y propuestas ante los riesgos que el aumento del paro y la
precarización laboral esta produciendo en nuestro Sistema de pensiones.
Los costes sociales de
la crisis ni se pueden dejar a ver si el mercado lo va resolviendo o peor aun acostumbrarse
a convivir con una parte importante de la población marginada y excluida del
crecimiento económico y del bienestar social.
Este gobierno no puede
seguir paralizado. Los partidos parlamentarios de la oposición e incluso los
socios-rivales del gobierno, tienen que reaccionar o el precio que
pagaremos en los próximos años la ciudadanía española será muy elevado y
posiblemente irreversible.