martes, 26 de diciembre de 2017
domingo, 24 de diciembre de 2017
YA ES NAVIDAD, ADIOS PROCES, 155, TRUMP.....
Por hoy se acabó el proces, el 155, Trump, y todo lo que nos ha estado amargando la vida en este año 2017. Llegan las Navidades. Estos son dias para escuchar musica. En esta ocasión con Elvis Presley del que este año se han cumplido 40 años de su muerte. Los vídeos no son una maravilla precisamente, algunos son bastante cursis, pero lo que importa es la voz de Elvis.
Aprovecho para felicitar las Navidades a las y los 5000 seguidores de mi pagina de facebook, agradeciendo su amistad y paciencia y sus comentarios y saludos, que son un gran estimulo para seguir publicando.
sábado, 23 de diciembre de 2017
CATALUÑA PARTIDA POR LA MITAD Y LA IRRESPONSABILIDAD DE LAS ELITES GOBERNANTES
Por mucho que se
empeñen Puigdemont y Rajoy, Cataluña es lo que es: una sociedad partida en dos
mitades, hoy por hoy férreamente cristalizadas.
A pesar del muy elevado
nivel de participación, de la suma de errores e incumplimientos de los
dirigentes independentistas, de las consecuencias económicas y sociales que
esta produciendo el “proces”, el espejismo de los políticos de la derecha
española, secundados por numerosos medios de comunicación, de que se iba a dar
un vuelco a la situación, se ha demostrado que tan solo era una ilusión
producto del desconocimiento de la realidad de Cataluña.
A pesar de las groseras
manipulaciones sobre la democracia española, de la utilización victimista de lo
que han llamado presos políticos o gobierno en el exilio, de un penoso balance
de desgobierno en la anterior legislatura, todo ello ayudado por actitudes
provocativas del gobierno del PP y por inoportunas actuaciones de la
administración de justicia y encima un arcaico y discriminatorio sistema
electoral, lo cierto es que los independentistas siguen sin tener la mayoría en
Cataluña, más distantes del 50% que en las anteriores elecciones.
Puigdemont hizo un
discurso en la noche electoral de tintes fascistas, inaceptable en una Europa
democrática, arrogándose un mandato mayoritario de la ciudadanía catalana que
no tiene. Desgraciadamente a las mismas horas en que se estaba votando, la
judicatura echaba mas leña al fuego con imputaciones a políticos
independentistas, en un terrible juego de retroalimentación del sectarismo y de
la ceguera política.
Arrimadas, la
indiscutible ganadora de las elecciones, tuvo una intervención medida, mucho
mas moderada que el propio Rivera. Por el contrario, García Albiol hizo una
valoración reincidiendo en todos los tópicos agresivos de su campaña, que
afortunadamente contrasta con el tono mucho mas sosegado del propio Rajoy, sin
duda más consciente del varapalo recibido y el difícil bloqueo en que está
inmersa la política catalana.
La cara de Iceta lo
decía todo, aunque intentaba buscar algunos elementos positivos, era evidente
que su opción no frentista y dialogante sigue sin tener espacio hoy por hoy.
Xavier Doménech dio la talla de político serio, en el marco del desastre de su partido,
al que no es ajeno la marginación de Iniciativa per Catalunya, empezando por
Joan Coscubiela su dirigente más valorado, que ya veremos qué consecuencias
tiene para Podemos en el conjunto de España.
Y así están las cosas y
previsiblemente irán a peor, si hay nuevas detenciones, si se mantiene en
prisión incondicional a los hoy encarcelados, si la judicatura se empeña en dar
un escarmiento, como todo hace pensar y si la elite independentista sigue
empeñada en llevar a sus seguidores a un callejón sin salida arengándoles con
falsas promesas.
La fractura de la sociedad catalana tiene
difícil solución a corto plazo mientras los dirigentes independentistas y la
derecha estatal sigan sin revisar a fondo su estrategia. Y puede llegar a
enquistarse años y años en una escalada de despropósitos. Pero también es
posible un cambio de rumbo. En el País Vasco, aunque con características muy
diferentes, la dinámica de bloques esta en trance de ir superándose poco a poco
y eso que había muchos muertos por medio; claro que el PNV tuvo que echar a
Ibarreche y promocionar a Urkullu.
Abrir un clima de
dialogo, de distensión, quizás no sea posible mientras sigan al frente de los
dos gobiernos unos políticos irresponsables cuya actuación ha sido un fracaso
sin paliativos. Estoy convencido de que, si Pedro Sánchez y el PSOE estuviera
hoy gobernando nuestro país, con el apoyo más o menos estable de Podemos y
Ciudadanos, no habríamos llegado a esta situación ni mucho menos. Y lo mismo
digo en el bloque nacionalista, si los moderados de CIU no hubieran sido
defenestrados con el consentimiento de Artur Mas.
Pero tenemos lo que
tenemos y con esos mimbres hay que trabajar.
El gobierno tiene que promover
unas propuestas razonables que contribuyan a desgajar el sector nacionalista
moderado del enloquecimiento de Puigdemont. La Comisión del Congreso de los
diputados tiene que acelerar sus trabajos y presentar unas conclusiones de
reforma constitucional. Rajoy tiene que proponer una modificación del sistema
de financiación autonómico más equilibrado; nombrar un Fiscal General del
Estado moderado y con sentido común para ir desactivando y archivando en la
medida de lo posible los actuales procedimientos judiciales contra los
dirigentes independentistas; cambiar cuanto antes al Secretario General del PP
de Cataluña por una persona de perfil moderado y dialogante.
Hay que hacer gestos de
manera urgente. Y los tiene que hacer el gobierno de Rajoy con el estimulo y
apoyo del resto de las fuerzas parlamentarias estatales. Por su parte
Arrimadas, como presumible líder de la oposición, debería contribuir a tender
puentes y a no acentuar aún más las diferencias.
Está claro que ganar
por goleada al independentismo es un objetivo imposible, pero al menos
diseñemos una política que conduzca a su notable reducción en los próximos
años.
Por último, pero no menos importante, la izquierda
de toda España debemos comprender que en estas elecciones la izquierda ha retrocedido
en Cataluña. Aun considerando a ERC de izquierdas (que no es poco) y
considerando a Ciudadanos de derecha (a pesar de que han tenido mucho voto de
clase obrera), la relación derecha e izquierda se sitúa en la actualidad en 74
a 61; algo que debería hacernos pensar y en especial al sindicalismo de clase catalán.
viernes, 15 de diciembre de 2017
LA SOLUCION ES MIQUEL ICETA
Nadie sabemos cual
puede ser el resultado de las elecciones catalanas del próximo 21 de diciembre.
Las encuestas dan una relación muy equilibrada entre lo que se conoce como
bloque constitucionalista y los independentistas, a expensas de los efectos que,
en el reparto de escaños, tenga un sistema electoral, que al igual que en el
resto de España favorece a las provincias de Lleida y Girona, con menos población
que Barcelona y Tarragona.
Aunque en absoluto es indiferente
qué bloque tenga más votos y más escaños, lo que resulta evidente es que ni uno
ni otro podrá decir que “han ganado las elecciones”. Sería un grave error político
de nefastas consecuencias pensar que por lograr 2, 3, 4, 5 puntos mas o 2, 3,
4, 5, escaños mas han ganado las elecciones.
Hoy por hoy es una
preocupante evidencia que la sociedad catalana esta partida por la mitad y ni
siquiera una abrumadora participación va a poder ocultar o camuflar esa
realidad. Quien quiera gobernar con responsabilidad y viabilidad de futuro, debe
partir de ese hecho.
Por ello en mi opinión la
presidencia de la Generalitat debe ser asumida por una persona con voluntad
transversal, no frentista, dialogante, constructiva, respetuosa de la legalidad
constitucional, con experiencia política, con capacidad de interlocución con el
conjunto de las fuerzas parlamentarias, sindicales, patronales y sociales de
Cataluña y también del conjunto de España.
Sinceramente ese perfil
solo lo tiene Miquel Iceta.
Muy posiblemente en el
llamado bloque constitucionalista Inés Arrimadas obtenga resultados mejores que
Iceta. Es una brillante y valerosa dirigente política, que ha procurado limar
las aristas de otros dirigentes de “Ciudadanos”, incluido el propio Albert Rivera,
cada día más escorado hacia un neocentralismo. Pero Inés Arrimadas no tiene ese
perfil necesario para recomponer a medio y largo plazo la convivencia ciudadana
en Cataluña. Porque su programa, diga lo que diga, no es un programa
socialmente progresista y porque su partido provoca fuertes rechazos en buena parte
de la sociedad catalana. No es una solución pacificadora, sino de volver a un
escenario de confrontación, aunque por supuesto con características muy
diferentes a las de los independentistas.
Y si Arrimadas no puede
jugar ese papel, ¿qué podemos decir del PP que se ha buscado un líder en
Cataluña tosco, derechista, sin carisma alguno, con actitudes a menudo
provocadoras?
El objetivo de los
constitucionalistas debería ser recuperar en los próximos años a ese 25%-30% de
la población catalana, que hace diez años no era independentista y que los
errores, las torpezas, la inacción y la judicialización, primero del gobierno
de Zapatero y sobre todo después los gobiernos del PP, han lanzado en los
brazos de un tradicionalmente minoritario sector independentista.
En el lado
independentista tampoco hay quien pueda desempeñar una función de mediación política
y social. Una vez barridos los representantes de la burguesía tradicional
catalana de los puestos de dirección de Junts per Catalunya, como podrían haber
sido el exconseller Santi Vila o incluso el diputado estatal Carles Campuzano y
una vez destrozada políticamente por la CUP y corroída por la corrupción, la
vieja CIU ha quedado en manos de demagogos, insolventes, populistas,
mentirosos, que ni siquiera saben gobernar una sociedad moderna y compleja como
Cataluña. (La irresponsabilidad y ceguera de la media y alta burguesía catalana
es digna de ser estudiada y analizada con rigor).
Lamentablemente Xavier Doménech
y “Catalunya en Comu”, han quedado arrinconados en medio de la vorágine de
bloques. Las grandes expectativas que en un primer momento tuvo esa nueva
fuerza política, se han desplomado, victimas también de sus vaivenes a menudo
no comprendidos por buena parte de su potencial electorado y cuyo último episodio
fue la inexplicable ruptura del pacto con el PSC en el ayuntamiento de
Barcelona. En todo caso la templanza, la experiencia y la sensatez de Doménech,
podría jugar un papel positivo en la conformación de una alternativa de
gobierno no independentista en Cataluña, si logran convencerse él y los suyos
que Iceta es una buena alternativa, aunque vaya en coalición con Arrimadas. La abstención
de Catalunya en Comu sería de un gran valor y contribuiría a ir superando las
rupturas sociales.
En definitiva lo
miremos como lo miremos, la única oportunidad de superar el bucle del proces y
evitar unas nuevas elecciones es que Iceta encabezara un gobierno de coalición;
con un programa socialmente progresista (que buena falta le hace a las clases
trabajadoras de Cataluña), con voluntad y capacidad de dialogo con la derecha
gobernante en España, con voluntad y capacidad de dialogo con los gobiernos autonómicos
(que van a vivir con evidente suspicacia el inevitable proceso de reforma
constitucional) y por supuesto, con voluntad y capacidad de pacto político y social
con los sectores mas moderados del independentismo. En definitiva, un programa
de progreso, cohesión y modernización de Cataluña, retomando el camino que se
detuvo bruscamente con la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut
de Cataluña, que degeneró en la deriva independentista de los últimos años.
Además de todo lo
dicho, Iceta es un político de sólida formación socialdemócrata, afable, algo de
los que no estamos sobrados y un político de orientación gay y ya va siendo
hora de que la población LGTBI de nuestro país tenga una merecida oportunidad de
demostrar al resto de la población su indudable capacidad de respeto y convivencia.
En definitiva, yo que no
soy socialista, si viviera en Cataluña, mi voto sería para Iceta.
jueves, 7 de diciembre de 2017
LA CONSTITUCION Y SU CUMPLIMIENTO POR LOS GOBIERNOS
El aniversario de la aprobación
de nuestra Constitución ha dado lugar, una vez más, a comentarios y propuestas variopintas
y que en ocasiones reflejan o que no se han leído la Constitución española o
que no saben muy bien qué es y para qué sirve esta máxima norma reguladora de
la convivencia democrática.
No me cansare de decir
que la Constitución de 1978 fue un esfuerzo titánico para iniciar la creación de
un nuevo estado democrático, progresista y solidario. Respondió a una correlación
de fuerzas parlamentarias que, si bien numéricamente no era favorable a la
izquierda, en aquellos momentos el pensamiento progresista iba más allá del ámbito
de la izquierda, no solo en las Cortes, también en la sociedad e incluso en los
medios de comunicación. Ello permitió que la UCD aceptara una redacción que en
muchos artículos no encajaba con los principios del centro derecha, no en balde
en la comisión redactora por parte de la UCD estaba Pérez Llorca, antiguo
militante de la izquierda revolucionaria (FLP) y Herrero de Miñón, un
conservador ilustrado y moderado, que ya en los primeros años 70 había tenido
relaciones con dirigentes y militantes comunistas. Por parte del PSOE estaba
Peces Barba, con profunda formación socialdemócrata. Miguel Roca, un
nacionalista moderado, no independentista, representaba a CIU. Sole Tura era el
portavoz del PCE, cuyo prestigio e influencia eran mucho mayores que los
escasos 20 diputados comunistas.
Cuarenta años después hay
quienes achacan a las insuficiencias, limitaciones y desfases de la Constitución
todos o casi todos los males de la vida política, económica y social actual y
exigen un nuevo texto o al menos una reforma en profundidad del mismo.
En mi opinión la raíz de
los problemas de nuestra democracia no hay que buscarlos en la Constitución,
sino en los gobiernos que se han sucedido en España desde 1978 hasta hoy, que
no han querido desarrollar todo su potencial transformador y que no han dotado
de los recursos económicos suficientes y adecuados para la aplicación normativa
de la misma. A pesar de ello, el periodo 1979-1992 conoció una profunda transformación
positiva de nuestro país, primero y brevemente con la UCD y después con las dos
primeras legislaturas socialistas. También contribuyó a ese cambio el contar
con un Tribunal Constitucional de talante mayoritariamente progresista, de gran
valía técnica, que fue impulsando una aplicación avanzada, dando serios palos a
los gobiernos, cuando realizaron interpretaciones regresivas de la Constitución.
Nada que ver con el cada vez más conservador y técnicamente pobretón Tribunal Constitucional
de los últimos 15 años.
Por tanto, podríamos tener
una magnifica Constitución y una adulterada aplicación de la misma, si en
nuestro país seguimos votando gobiernos poco dispuestos a garantizar su interpretación
progresista y encima tenemos un órgano constitucional, derivado de esas
mayorías parlamentarias conservadoras, que bendicen sin muchos reparos lo que proponen
los gobiernos.
Por otra parte en los
tiempos presentes, con una perdida en la sociedad española de la hegemonía ideológica de los valores progresistas,
con un PP cada vez más escorado hacia la derecha, con un partido como Ciudadanos
que se auto considera centrista y que en muchos aspectos lo es, pero también con
fuertes resabios centralistas y neoliberales, con un PSOE en el que la ideología
socialdemócrata ha perdido mucha consistencia, con un nacionalismo catalán echado
al monte, con una izquierda que se mueve entre el radicalismo y el escaso rigor
de sus propuestas, con la inmensa mayoría de los medios de comunicación en posiciones
conservadoras, no sería descartable que una reforma constitucional situara el
nuevo texto legal a la derecha del actual o en el mejor de los casos mucho más
desdibujado.
La izquierda política,
sindical y social, cometeríamos un gravísimo error si abriéramos el melón de una
amplia reforma constitucional, con cartas a los Reyes Magos y sin calibrar bien
la correlación de fuerzas y las posibilidades reales para lograr consensos
positivos.
Por tanto sería bueno
fijar pocos pero decisivos objetivos de reforma y que en mi modesta opinión podrían
ser los siguientes: reforma del Senado, reconocimiento del carácter de nación de
País Vasco y Cataluña en el marco de España, constitucionalización de nuevos
derechos sociales básicos como la atención a la dependencia, renta mínima de inserción
y servicios sociales, el establecimiento de unos nuevos y estables criterios de
financiación de las Administraciones Publicas (incluidas las Corporaciones
Locales) y poco más, salvo la reforma de la reforma del art. 135.
Por supuesto son cuestiones
decisivas y por ello muy complejas, sobre las que no va a ser nada fácil lograr
un consenso mayoritario.
Pero, insisto, de poco servirá
una reforma progresista de la Constitución, si es que se logra, si después no
conseguimos gobiernos progresistas en nuestro país, que tengan voluntad y
pongan medios para su aplicación.
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