domingo, 24 de diciembre de 2017

Elvis Presley "I'll Be Home For Christmas"

YA ES NAVIDAD, ADIOS PROCES, 155, TRUMP.....

Por hoy se acabó el proces, el 155, Trump, y todo lo que nos ha estado amargando la vida en este año 2017. Llegan las Navidades. Estos son dias para escuchar musica. En esta ocasión con Elvis Presley del que este año se han cumplido 40 años de su muerte. Los vídeos no son una maravilla precisamente, algunos son bastante cursis, pero lo que importa es la voz de Elvis. 

Aprovecho para felicitar las Navidades a las y los 5000 seguidores de mi pagina de facebook, agradeciendo su amistad y paciencia y sus comentarios y saludos, que son un gran estimulo para seguir publicando. 

sábado, 23 de diciembre de 2017

CATALUÑA PARTIDA POR LA MITAD Y LA IRRESPONSABILIDAD DE LAS ELITES GOBERNANTES


Por mucho que se empeñen Puigdemont y Rajoy, Cataluña es lo que es: una sociedad partida en dos mitades, hoy por hoy férreamente cristalizadas.

A pesar del muy elevado nivel de participación, de la suma de errores e incumplimientos de los dirigentes independentistas, de las consecuencias económicas y sociales que esta produciendo el “proces”, el espejismo de los políticos de la derecha española, secundados por numerosos medios de comunicación, de que se iba a dar un vuelco a la situación, se ha demostrado que tan solo era una ilusión producto del desconocimiento de la realidad de Cataluña.

A pesar de las groseras manipulaciones sobre la democracia española, de la utilización victimista de lo que han llamado presos políticos o gobierno en el exilio, de un penoso balance de desgobierno en la anterior legislatura, todo ello ayudado por actitudes provocativas del gobierno del PP y por inoportunas actuaciones de la administración de justicia y encima un arcaico y discriminatorio sistema electoral, lo cierto es que los independentistas siguen sin tener la mayoría en Cataluña, más distantes del 50% que en las anteriores elecciones.

Puigdemont hizo un discurso en la noche electoral de tintes fascistas, inaceptable en una Europa democrática, arrogándose un mandato mayoritario de la ciudadanía catalana que no tiene. Desgraciadamente a las mismas horas en que se estaba votando, la judicatura echaba mas leña al fuego con imputaciones a políticos independentistas, en un terrible juego de retroalimentación del sectarismo y de la ceguera política.

Arrimadas, la indiscutible ganadora de las elecciones, tuvo una intervención medida, mucho mas moderada que el propio Rivera. Por el contrario, García Albiol hizo una valoración reincidiendo en todos los tópicos agresivos de su campaña, que afortunadamente contrasta con el tono mucho mas sosegado del propio Rajoy, sin duda más consciente del varapalo recibido y el difícil bloqueo en que está inmersa la política catalana.

La cara de Iceta lo decía todo, aunque intentaba buscar algunos elementos positivos, era evidente que su opción no frentista y dialogante sigue sin tener espacio hoy por hoy. Xavier Doménech dio la talla de político serio, en el marco del desastre de su partido, al que no es ajeno la marginación de Iniciativa per Catalunya, empezando por Joan Coscubiela su dirigente más valorado, que ya veremos qué consecuencias tiene para Podemos en el conjunto de España.

Y así están las cosas y previsiblemente irán a peor, si hay nuevas detenciones, si se mantiene en prisión incondicional a los hoy encarcelados, si la judicatura se empeña en dar un escarmiento, como todo hace pensar y si la elite independentista sigue empeñada en llevar a sus seguidores a un callejón sin salida arengándoles con falsas promesas.

 La fractura de la sociedad catalana tiene difícil solución a corto plazo mientras los dirigentes independentistas y la derecha estatal sigan sin revisar a fondo su estrategia. Y puede llegar a enquistarse años y años en una escalada de despropósitos. Pero también es posible un cambio de rumbo. En el País Vasco, aunque con características muy diferentes, la dinámica de bloques esta en trance de ir superándose poco a poco y eso que había muchos muertos por medio; claro que el PNV tuvo que echar a Ibarreche y promocionar a Urkullu.

Abrir un clima de dialogo, de distensión, quizás no sea posible mientras sigan al frente de los dos gobiernos unos políticos irresponsables cuya actuación ha sido un fracaso sin paliativos. Estoy convencido de que, si Pedro Sánchez y el PSOE estuviera hoy gobernando nuestro país, con el apoyo más o menos estable de Podemos y Ciudadanos, no habríamos llegado a esta situación ni mucho menos. Y lo mismo digo en el bloque nacionalista, si los moderados de CIU no hubieran sido defenestrados con el consentimiento de Artur Mas.

Pero tenemos lo que tenemos y con esos mimbres hay que trabajar.

El gobierno tiene que promover unas propuestas razonables que contribuyan a desgajar el sector nacionalista moderado del enloquecimiento de Puigdemont. La Comisión del Congreso de los diputados tiene que acelerar sus trabajos y presentar unas conclusiones de reforma constitucional. Rajoy tiene que proponer una modificación del sistema de financiación autonómico más equilibrado; nombrar un Fiscal General del Estado moderado y con sentido común para ir desactivando y archivando en la medida de lo posible los actuales procedimientos judiciales contra los dirigentes independentistas; cambiar cuanto antes al Secretario General del PP de Cataluña por una persona de perfil moderado y dialogante.

Hay que hacer gestos de manera urgente. Y los tiene que hacer el gobierno de Rajoy con el estimulo y apoyo del resto de las fuerzas parlamentarias estatales. Por su parte Arrimadas, como presumible líder de la oposición, debería contribuir a tender puentes y a no acentuar aún más las diferencias.

Está claro que ganar por goleada al independentismo es un objetivo imposible, pero al menos diseñemos una política que conduzca a su notable reducción en los próximos años.


 Por último, pero no menos importante, la izquierda de toda España debemos comprender que en estas elecciones la izquierda ha retrocedido en Cataluña. Aun considerando a ERC de izquierdas (que no es poco) y considerando a Ciudadanos de derecha (a pesar de que han tenido mucho voto de clase obrera), la relación derecha e izquierda se sitúa en la actualidad en 74 a 61; algo que debería hacernos pensar y en especial al sindicalismo de clase catalán.

viernes, 15 de diciembre de 2017

LA SOLUCION ES MIQUEL ICETA


Nadie sabemos cual puede ser el resultado de las elecciones catalanas del próximo 21 de diciembre. Las encuestas dan una relación muy equilibrada entre lo que se conoce como bloque constitucionalista y los independentistas, a expensas de los efectos que, en el reparto de escaños, tenga un sistema electoral, que al igual que en el resto de España favorece a las provincias de Lleida y Girona, con menos población que Barcelona y Tarragona.

Aunque en absoluto es indiferente qué bloque tenga más votos y más escaños, lo que resulta evidente es que ni uno ni otro podrá decir que “han ganado las elecciones”. Sería un grave error político de nefastas consecuencias pensar que por lograr 2, 3, 4, 5 puntos mas o 2, 3, 4, 5, escaños mas han ganado las elecciones.
  
Hoy por hoy es una preocupante evidencia que la sociedad catalana esta partida por la mitad y ni siquiera una abrumadora participación va a poder ocultar o camuflar esa realidad. Quien quiera gobernar con responsabilidad y viabilidad de futuro, debe partir de ese hecho.

Por ello en mi opinión la presidencia de la Generalitat debe ser asumida por una persona con voluntad transversal, no frentista, dialogante, constructiva, respetuosa de la legalidad constitucional, con experiencia política, con capacidad de interlocución con el conjunto de las fuerzas parlamentarias, sindicales, patronales y sociales de Cataluña y también del conjunto de España.

Sinceramente ese perfil solo lo tiene Miquel Iceta.

Muy posiblemente en el llamado bloque constitucionalista Inés Arrimadas obtenga resultados mejores que Iceta. Es una brillante y valerosa dirigente política, que ha procurado limar las aristas de otros dirigentes de “Ciudadanos”, incluido el propio Albert Rivera, cada día más escorado hacia un neocentralismo. Pero Inés Arrimadas no tiene ese perfil necesario para recomponer a medio y largo plazo la convivencia ciudadana en Cataluña. Porque su programa, diga lo que diga, no es un programa socialmente progresista y porque su partido provoca fuertes rechazos en buena parte de la sociedad catalana. No es una solución pacificadora, sino de volver a un escenario de confrontación, aunque por supuesto con características muy diferentes a las de los independentistas.

Y si Arrimadas no puede jugar ese papel, ¿qué podemos decir del PP que se ha buscado un líder en Cataluña tosco, derechista, sin carisma alguno, con actitudes a menudo provocadoras?

El objetivo de los constitucionalistas debería ser recuperar en los próximos años a ese 25%-30% de la población catalana, que hace diez años no era independentista y que los errores, las torpezas, la inacción y la judicialización, primero del gobierno de Zapatero y sobre todo después los gobiernos del PP, han lanzado en los brazos de un tradicionalmente minoritario sector independentista.

En el lado independentista tampoco hay quien pueda desempeñar una función de mediación política y social. Una vez barridos los representantes de la burguesía tradicional catalana de los puestos de dirección de Junts per Catalunya, como podrían haber sido el exconseller Santi Vila o incluso el diputado estatal Carles Campuzano y una vez destrozada políticamente por la CUP y corroída por la corrupción, la vieja CIU ha quedado en manos de demagogos, insolventes, populistas, mentirosos, que ni siquiera saben gobernar una sociedad moderna y compleja como Cataluña. (La irresponsabilidad y ceguera de la media y alta burguesía catalana es digna de ser estudiada y analizada con rigor).

Lamentablemente Xavier Doménech y “Catalunya en Comu”, han quedado arrinconados en medio de la vorágine de bloques. Las grandes expectativas que en un primer momento tuvo esa nueva fuerza política, se han desplomado, victimas también de sus vaivenes a menudo no comprendidos por buena parte de su potencial electorado y cuyo último episodio fue la inexplicable ruptura del pacto con el PSC en el ayuntamiento de Barcelona. En todo caso la templanza, la experiencia y la sensatez de Doménech, podría jugar un papel positivo en la conformación de una alternativa de gobierno no independentista en Cataluña, si logran convencerse él y los suyos que Iceta es una buena alternativa, aunque vaya en coalición con Arrimadas. La abstención de Catalunya en Comu sería de un gran valor y contribuiría a ir superando las rupturas sociales.

En definitiva lo miremos como lo miremos, la única oportunidad de superar el bucle del proces y evitar unas nuevas elecciones es que Iceta encabezara un gobierno de coalición; con un programa socialmente progresista (que buena falta le hace a las clases trabajadoras de Cataluña), con voluntad y capacidad de dialogo con la derecha gobernante en España, con voluntad y capacidad de dialogo con los gobiernos autonómicos (que van a vivir con evidente suspicacia el inevitable proceso de reforma constitucional) y por supuesto, con voluntad y capacidad de pacto político y social con los sectores mas moderados del independentismo. En definitiva, un programa de progreso, cohesión y modernización de Cataluña, retomando el camino que se detuvo bruscamente con la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut de Cataluña, que degeneró en la deriva independentista de los últimos años.

Además de todo lo dicho, Iceta es un político de sólida formación socialdemócrata, afable, algo de los que no estamos sobrados y un político de orientación gay y ya va siendo hora de que la población LGTBI de nuestro país tenga una merecida oportunidad de demostrar al resto de la población su indudable capacidad de respeto y convivencia.

En definitiva, yo que no soy socialista, si viviera en Cataluña, mi voto sería para Iceta.



jueves, 7 de diciembre de 2017

LA CONSTITUCION Y SU CUMPLIMIENTO POR LOS GOBIERNOS


El aniversario de la aprobación de nuestra Constitución ha dado lugar, una vez más, a comentarios y propuestas variopintas y que en ocasiones reflejan o que no se han leído la Constitución española o que no saben muy bien qué es y para qué sirve esta máxima norma reguladora de la convivencia democrática.

No me cansare de decir que la Constitución de 1978 fue un esfuerzo titánico para iniciar la creación de un nuevo estado democrático, progresista y solidario. Respondió a una correlación de fuerzas parlamentarias que, si bien numéricamente no era favorable a la izquierda, en aquellos momentos el pensamiento progresista iba más allá del ámbito de la izquierda, no solo en las Cortes, también en la sociedad e incluso en los medios de comunicación. Ello permitió que la UCD aceptara una redacción que en muchos artículos no encajaba con los principios del centro derecha, no en balde en la comisión redactora por parte de la UCD estaba Pérez Llorca, antiguo militante de la izquierda revolucionaria (FLP) y Herrero de Miñón, un conservador ilustrado y moderado, que ya en los primeros años 70 había tenido relaciones con dirigentes y militantes comunistas. Por parte del PSOE estaba Peces Barba, con profunda formación socialdemócrata. Miguel Roca, un nacionalista moderado, no independentista, representaba a CIU. Sole Tura era el portavoz del PCE, cuyo prestigio e influencia eran mucho mayores que los escasos 20 diputados comunistas.

Cuarenta años después hay quienes achacan a las insuficiencias, limitaciones y desfases de la Constitución todos o casi todos los males de la vida política, económica y social actual y exigen un nuevo texto o al menos una reforma en profundidad del mismo.

En mi opinión la raíz de los problemas de nuestra democracia no hay que buscarlos en la Constitución, sino en los gobiernos que se han sucedido en España desde 1978 hasta hoy, que no han querido desarrollar todo su potencial transformador y que no han dotado de los recursos económicos suficientes y adecuados para la aplicación normativa de la misma. A pesar de ello, el periodo 1979-1992 conoció una profunda transformación positiva de nuestro país, primero y brevemente con la UCD y después con las dos primeras legislaturas socialistas. También contribuyó a ese cambio el contar con un Tribunal Constitucional de talante mayoritariamente progresista, de gran valía técnica, que fue impulsando una aplicación avanzada, dando serios palos a los gobiernos, cuando realizaron interpretaciones regresivas de la Constitución. Nada que ver con el cada vez más conservador y técnicamente pobretón Tribunal Constitucional de los últimos 15 años.

Por tanto, podríamos tener una magnifica Constitución y una adulterada aplicación de la misma, si en nuestro país seguimos votando gobiernos poco dispuestos a garantizar su interpretación progresista y encima tenemos un órgano constitucional, derivado de esas mayorías parlamentarias conservadoras, que bendicen sin muchos reparos lo que proponen los gobiernos.

Por otra parte en los tiempos presentes, con una perdida en la sociedad española  de la hegemonía ideológica de los valores progresistas, con un PP cada vez más escorado hacia la derecha, con un partido como Ciudadanos que se auto considera centrista y que en muchos aspectos lo es, pero también con fuertes resabios centralistas y neoliberales, con un PSOE en el que la ideología socialdemócrata ha perdido mucha consistencia, con un nacionalismo catalán echado al monte, con una izquierda que se mueve entre el radicalismo y el escaso rigor de sus propuestas, con la inmensa mayoría de los medios de comunicación en posiciones conservadoras, no sería descartable que una reforma constitucional situara el nuevo texto legal a la derecha del actual o en el mejor de los casos mucho más desdibujado.

La izquierda política, sindical y social, cometeríamos un gravísimo error si abriéramos el melón de una amplia reforma constitucional, con cartas a los Reyes Magos y sin calibrar bien la correlación de fuerzas y las posibilidades reales para lograr consensos positivos.

Por tanto sería bueno fijar pocos pero decisivos objetivos de reforma y que en mi modesta opinión podrían ser los siguientes: reforma del Senado, reconocimiento del carácter de nación de País Vasco y Cataluña en el marco de España, constitucionalización de nuevos derechos sociales básicos como la atención a la dependencia, renta mínima de inserción y servicios sociales, el establecimiento de unos nuevos y estables criterios de financiación de las Administraciones Publicas (incluidas las Corporaciones Locales) y poco más, salvo la reforma de la reforma del art. 135.

Por supuesto son cuestiones decisivas y por ello muy complejas, sobre las que no va a ser nada fácil lograr un consenso mayoritario.

Pero, insisto, de poco servirá una reforma progresista de la Constitución, si es que se logra, si después no conseguimos gobiernos progresistas en nuestro país, que tengan voluntad y pongan medios para su aplicación.