¿Alguien hace tan solo
20 años hubiera imaginado que el transporte público, las farolas, las
marquesinas de la ciudad de Madrid iban a estar adornadas con referencias a la
igualdad de derechos de la ciudadanía LGTBI? ¿O que la bandera del arcoíris iba
a ondear en las sedes del Gobierno Autonómico y del Ayuntamiento de Madrid? Mas
aun ¿Quién podría pensar que por una semana Madrid se iba a convertir en la
capital mundial LGTBI, celebrando el WORLD PRIDE 2017, estimando la presencia
de visitantes en torno a los 3 millones de personas?
Esta realidad solo ha
sido posible gracias a la sostenida movilización durante muchos, muchos años,
de las organizaciones LGTBI, carentes de recursos de todo tipo, sin el apoyo de
los poderes públicos, silenciadas en los grandes medios de comunicación social
e incluso hostigadas por las fuerzas de seguridad del estado y por supuesto
agredidas por grupos homófobos de extrema derecha.
Esa larga lucha fue
abriendo boquetes en la coraza homófoba de la sociedad española y poco a poco
la ciudadanía LGTBI fue empezando a ser vista con otros ojos, comenzaron a
gozar de la simpatía y el respeto de sectores crecientes de la población,
gracias también a los esfuerzos de normalización de directores de cine y
teatro, músicos, artistas de diversa índole, escritores y periodistas. Y en tan
solo dos décadas la sociedad española se ha transformado en una de las más
abiertas y respetuosas con la diversidad sexual de todo el mundo, lo que permitió
importantísimos cambios en nuestra legislación, primero a nivel estatal de la
mano del primer gobierno de Rodríguez Zapatero y después en la mayoría de las
Comunidades Autónomas, colocándose España, esta vez sí, a la cabeza de los
estados más igualitarios en materia de derechos civiles.
Nuestras fiestas del
Orgullo Gay, en especial la de Madrid, se ha convertido en una celebración y un
espectáculo de unas dimensiones impresionantes, casi sin parangón en el mundo.
Por tanto, hay motivos más
que suficientes para echar la casa por la ventana y hacer un gran fiestón como
el de estos días del World Pride.
Pero….pero no todo se
ha conseguido o está consolidado. En estos mismos días y en el mismo corazón del
barrio de Chueca, ha habido agresiones homófobas y también actitudes homófobas contra
un local adornado con la bandera del arco iris.
Siendo esto muy
significativo, lo más grave son las situaciones de acoso escolar que se siguen
dando en colegios e institutos contra el alumnado LGTBI o que a ojos de los
acosadores y acosadoras podrían ser LGTBI. Acoso escolar, que, a pesar de los indudables
avances logrados en el ámbito educativo, sigue sin tener la respuesta
contundente de una parte del profesorado, de buena parte del alumnado y de muchas AMPAS. Acoso que tiene graves consecuencias en el desarrollo psicosocial de las víctimas y que en alguna ocasión termina con el suicidio o con intentos
de suicidio.
El acoso o la discriminación homofóbica se
sigue produciendo en los centros de trabajo, en los ámbitos deportivos, en
pequeñas poblaciones del ámbito rural y desde luego por parte de algunas
autoridades religiosas.
Y más allá del acoso,
queda pendiente afrontar tareas de equiparación de derechos. Como p.e los
estereotipos que siguen existiendo en algunas cadenas y programas de televisión,
reconociendo igualmente los avances logrados en los últimos años. O la inadecuación
de los actuales centros residenciales para mayores LGTBI. O las insuficiencias
en la legislación sobre la situación de las personas transexuales. O la
publicidad machista. O los juguetes y productos para el público infantil y
adolescente que ignoran mayoritariamente la realidad LGTBI.
Al igual que resulta
imprescindible un mayor y mejor apoyo público, a través de profesionales de los
servicios sociales o del Sistema Nacional de Salud, a muchas familias que no
aceptan que sus hijos o hijas sean LGTBI y que incluso a veces adoptan
posiciones muy agresivas e intolerantes. Apoyo especializado que igualmente debe
atender de manera rápida y eficaz a toda la población juvenil que necesite información
y asesoramiento, para afrontar su proceso de afirmación de su identidad sexual.
Por tanto, aunque
tenemos que reconocer y celebrar lo mucho, muchísimo, conseguido (que ha llegado
a impregnar de manera visible al partido de la derecha, uno de cuyos vicesecretarios
protagonizó el matrimonio con otra persona de su mismo sexo, al que acudió la
plana mayor del PP o que se refleja también en un cambio de conducta en la mayoría
de los Cuerpos de Seguridad), sin embargo aún hay mucho camino que recorrer,
muchos derechos que consolidar y perfeccionar, mucha homofobia, explicita o implícita,
que erradicar.
Y todo ello con
especial urgencia en lo que se refiere a la población lesbiana y trans, cuya
realidad de acoso y discriminación es mucho más intensa.
En definitiva, está muy
bien la celebración festiva del World Pride, pero sin olvidar ni relegar a un
segundo plano los fundamentales aspectos reivindicativos. Y por supuesto siendo
solidarios con los millones de personas LGTBI que todavía en muchos estados del
mundo son discriminados, perseguidos, encarcelados e incluso asesinados.