lunes, 26 de junio de 2017

WORLD PRIDE 2017: FIESTON Y REIVINDICACION


¿Alguien hace tan solo 20 años hubiera imaginado que el transporte público, las farolas, las marquesinas de la ciudad de Madrid iban a estar adornadas con referencias a la igualdad de derechos de la ciudadanía LGTBI? ¿O que la bandera del arcoíris iba a ondear en las sedes del Gobierno Autonómico y del Ayuntamiento de Madrid? Mas aun ¿Quién podría pensar que por una semana Madrid se iba a convertir en la capital mundial LGTBI, celebrando el WORLD PRIDE 2017, estimando la presencia de visitantes en torno a los 3 millones de personas?

Esta realidad solo ha sido posible gracias a la sostenida movilización durante muchos, muchos años, de las organizaciones LGTBI, carentes de recursos de todo tipo, sin el apoyo de los poderes públicos, silenciadas en los grandes medios de comunicación social e incluso hostigadas por las fuerzas de seguridad del estado y por supuesto agredidas por grupos homófobos de extrema derecha.

Esa larga lucha fue abriendo boquetes en la coraza homófoba de la sociedad española y poco a poco la ciudadanía LGTBI fue empezando a ser vista con otros ojos, comenzaron a gozar de la simpatía y el respeto de sectores crecientes de la población, gracias también a los esfuerzos de normalización de directores de cine y teatro, músicos, artistas de diversa índole, escritores y periodistas. Y en tan solo dos décadas la sociedad española se ha transformado en una de las más abiertas y respetuosas con la diversidad sexual de todo el mundo, lo que permitió importantísimos cambios en nuestra legislación, primero a nivel estatal de la mano del primer gobierno de Rodríguez Zapatero y después en la mayoría de las Comunidades Autónomas, colocándose España, esta vez sí, a la cabeza de los estados más igualitarios en materia de derechos civiles.

Nuestras fiestas del Orgullo Gay, en especial la de Madrid, se ha convertido en una celebración y un espectáculo de unas dimensiones impresionantes, casi sin parangón en el mundo.  

Por tanto, hay motivos más que suficientes para echar la casa por la ventana y hacer un gran fiestón como el de estos días del World Pride.

Pero….pero no todo se ha conseguido o está consolidado. En estos mismos días y en el mismo corazón del barrio de Chueca, ha habido agresiones homófobas y también actitudes homófobas contra un local adornado con la bandera del arco iris.

Siendo esto muy significativo, lo más grave son las situaciones de acoso escolar que se siguen dando en colegios e institutos contra el alumnado LGTBI o que a ojos de los acosadores y acosadoras podrían ser LGTBI. Acoso escolar, que, a pesar de los indudables avances logrados en el ámbito educativo, sigue sin tener la respuesta contundente de una parte del profesorado, de buena parte del alumnado y de muchas AMPAS. Acoso que tiene graves consecuencias en el desarrollo psicosocial de las víctimas y que en alguna ocasión termina con el suicidio o con intentos de suicidio.

El acoso o la discriminación homofóbica se sigue produciendo en los centros de trabajo, en los ámbitos deportivos, en pequeñas poblaciones del ámbito rural y desde luego por parte de algunas autoridades religiosas.

Y más allá del acoso, queda pendiente afrontar tareas de equiparación de derechos. Como p.e los estereotipos que siguen existiendo en algunas cadenas y programas de televisión, reconociendo igualmente los avances logrados en los últimos años. O la inadecuación de los actuales centros residenciales para mayores LGTBI. O las insuficiencias en la legislación sobre la situación de las personas transexuales. O la publicidad machista. O los juguetes y productos para el público infantil y adolescente que ignoran mayoritariamente la realidad LGTBI.

Al igual que resulta imprescindible un mayor y mejor apoyo público, a través de profesionales de los servicios sociales o del Sistema Nacional de Salud, a muchas familias que no aceptan que sus hijos o hijas sean LGTBI y que incluso a veces adoptan posiciones muy agresivas e intolerantes. Apoyo especializado que igualmente debe atender de manera rápida y eficaz a toda la población juvenil que necesite información y asesoramiento, para afrontar su proceso de afirmación de su identidad sexual.

Por tanto, aunque tenemos que reconocer y celebrar lo mucho, muchísimo, conseguido (que ha llegado a impregnar de manera visible al partido de la derecha, uno de cuyos vicesecretarios protagonizó el matrimonio con otra persona de su mismo sexo, al que acudió la plana mayor del PP o que se refleja también en un cambio de conducta en la mayoría de los Cuerpos de Seguridad), sin embargo aún hay mucho camino que recorrer, muchos derechos que consolidar y perfeccionar, mucha homofobia, explicita o implícita, que erradicar.

Y todo ello con especial urgencia en lo que se refiere a la población lesbiana y trans, cuya realidad de acoso y discriminación es mucho más intensa.

En definitiva, está muy bien la celebración festiva del World Pride, pero sin olvidar ni relegar a un segundo plano los fundamentales aspectos reivindicativos. Y por supuesto siendo solidarios con los millones de personas LGTBI que todavía en muchos estados del mundo son discriminados, perseguidos, encarcelados e incluso asesinados.


viernes, 23 de junio de 2017

QUIEBRA DEL BANCO POPULAR: AQUI NO HAY RESPONSABLES


Cualquiera que haya seguido en los últimos años la actividad económica y financiera de nuestro país, podía conocer la inestable situación del Banco Popular. La sostenida caída en la Bolsa del valor de sus acciones, desde su valor máximo de más de 16 euros alcanzado en abril del 2007, reflejaba que las cosas iban de mal en peor en este Banco.

Si los mercados bursátiles hacía años que habían encendido todas las señales de alarma ¿cómo es posible que ninguna autoridad pública hubiera intervenido? Mas aun ¿cómo es que los mensajes que reiteradamente lanzaban desde el Ministerio de Economía o desde el Banco de España eran que el Banco Popular, al igual que los demás grandes bancos españoles, estaban gestionando razonablemente la crisis económica, la burbuja inmobiliaria, y que no había riesgos especiales? Mas aun ¿cómo se explica que el Banco Popular haya superado los sucesivos controles y test impulsados por el Banco Central Europeo y las autoridades financieras europeas?

Nadie desde los poderes públicos nacionales y europeos advirtió que se estaba gestando la bancarrota de una de las grandes entidades financieras de nuestro país. Ni el último gobierno de Rodríguez Zapatero ni los gobiernos de Rajoy se molestaron en advertir a la ciudadanía que el Banco Popular estaba en una situación de riesgo. Por el contrario, siguieron alimentando irresponsablemente la confianza de cientos de miles de pequeños y medianos accionistas, que han visto convertirse sus acciones en papel para envolver bocadillos, como sucedió en los últimos meses de la Republica Alemana de Weimar, cuando los billetes de banco solo valían su peso en papel usado.

Es verdad que no resulta conveniente generar alarmas que provoquen la huida de inversores, accionistas y depositarios, pero entre generar el pánico en relación a un banco y mirar hacia otro lado como si nada estuviera pasando, hay un término medio que nadie ha sabido o querido asumir entre los responsables públicos.

El Banco de España, sobre todo desde la nefasta dirección de Miguel Ángel Fernández Ordoñez, nos ha tenido acostumbrados a preocuparse más por la evolución de los salarios, de las pensiones o de la regulación del despido, que por lo que debería ser una de sus funciones fundamentales, la supervisión rigurosa de las entidades financieras de nuestro país. Y tampoco han ejercido esa responsabilidad ni los ministros socialistas Pedro Solbes, ni su sucesora Elena Salgado, ni el actual ministro Luis de Guindos.

Ahora todas esas autoridades se felicitan porque la bancarrota del Popular no le ha costado nada a la hacienda pública española, gracias a la “respuesta responsable y solidaria” del Banco Santander. Borrón y cuenta nueva y a otra cosa mariposa. 

300.000 accionistas estafados, una amenaza evidente para los puestos de trabajo de miles de empleados del Banco Popular y un previsible negocio del Banco Santander a la vuelta de unos años, cuando empiece a rentabilizar la cartera de clientes y la red de locales del banco adquirido por un euro.

Y no pasa nada. Ni el gobernador del Banco de España dimite por tan inmensa mala gestión, ni por supuesto dimite ningún ministro del gobierno. Tampoco ninguna autoridad de la Unión Europea ni del Banco Central se han molestado en dar explicaciones de sus errores en la evaluación del Banco Popular.

En una sociedad democrática seria y madura, los partidos de la oposición habrían exigido la inmediata creación de una comisión de investigación parlamentaria sobre la gestión del Banco Popular y la comparecencia de los máximos responsables del mismo en los últimos 10 años y también de los responsables del Banco Santander para conocer sus planes de actuación con el banco adquirido. Y por supuesto de los responsables gubernamentales y gobernadores del Banco de España en estos años.

En una sociedad democrática seria y madura, el Fiscal General del Estado habría abierto de manera inmediata una investigación sobre el fraude a 300.000 ciudadanos y las garantías de su adquisición por el Banco de Santander. La Audiencia Nacional habría tomado cartas en el asunto.

Un fraude de esta envergadura exige medidas urgentes para delimitar responsabilidades políticas y penales. La junta directiva y el consejo de Administración del Banco Popular de los últimos diez años deberían estar declarando antes los jueces y los máximos dirigentes como medida cautelar deberían estar durmiendo en los calabozos y no en su casa, disfrutando de los pingues beneficios personales conseguidos mientras arruinaban el banco.

Es muy posible que esta vergonzosa bancarrota no le importe mucho al resto de las grandes entidades financieras españolas que tienen un rival menos con quien competir. Ya hay voces, algunas interesadas, que están alertando de los riesgos de la fuerte concentración de la banca española. Y ante ello de nuevo el silencio de los responsables públicos.

Ahora asistiremos a una caza del accionista estafado por parte de grandes despachos de abogados y a una larga cadena de negociaciones y reclamaciones individuales o colectivas, que ya veremos cuando y como se resuelven. Pero eso no es suficiente.

Son imprescindible medidas urgentes y ejemplarizantes. Al menos los dos últimos presidentes, Ángel Ron y Emilio Saracho, deberían ser rápidamente procesados, juzgados y condenados por su gestión.   


Y Pedro Solbes, Elena Salgado, Luis de Guindos, Miguel Ángel Fernández Ordoñez y Luis Linde tampoco pueden irse de rositas. Y si pueden eludir la sanción penal, al menos que la condena política y el oprobio público caiga sobre ellos por su irresponsable actitud.

viernes, 16 de junio de 2017

EL 15 DE JUNIO DE 1977 Y LOS COMUNISTAS


Hacia las 11 de la noche del 15 de junio de 1977, empezaron a llegar al despacho los primeros interventores con las actas del escrutinio. Venían desencajados, la mayoría procedían de los distritos de Chamberí, Arguelles y Centro. Los despachos de abogados del PCE nos habíamos encargado del apoyo técnico y logístico del desarrollo de las elecciones, las relaciones con los apoderados e interventores y la recogida de las actas. Lo primero que nos decían “es imposible, en algunas mesas no hemos llegado al 10%, y en cambio el PSOE ha tenido más del 20% o del 25%.” Los más optimistas justificaban estos desalentadores resultados en las características de esos barrios, gente mayor, acomodada…”Ya veremos cuando empiecen a dar los resultados de Vallecas, Carabanchel, Getafe, Mostoles, Torrejón, ahí ganaremos por goleada”. Los más pesimistas no dejaban de repetir que había sido un pucherazo organizado por la UCD y el PSOE contra los comunistas.

La verdad es que el editorial de El País, al que hasta ese día todos respetábamos y hasta venerábamos, desaconsejando abiertamente el voto al PCE y pidiendo el voto al PSOE, había sido un terrible jarro de agua fría y pudo alimentar en muchos camaradas esa sospecha de una conjura contra nosotros.

No, no hubo pucherazo. Lo sabíamos. Durante el día habían sido escasas las  llamadas de nuestros interventores y apoderados y casi todas con los mismos problemas: que en alguna mesa nos habían tapado las papeletas, o que había pocas papeletas, que si algunas papeletas del Senado tenían un color distinto, sobre cual era función de la Policía Armada, que había personas con el DNI caducado…Las votaciones habían discurrido con la normalidad propia del primer proceso electoral que vivíamos la inmensa mayoría de la población y la propia composición de las mesas era un garantía de transparencia.

Algo más tarde empezaron a saberse los resultados de los barrios obreros y populares. El PCE remontaba y en algún sitio llegaba hasta el 20%, pero en bastantes quedaba por detrás del PSOE y a veces muy por detrás. Lo mismo sucedía con los datos que fuimos conociendo, ya de madrugada, de Vizcaya, Asturias, Sevilla, Valencia…Había camaradas sentados en los bancos de la sala de espera de Españoleto 13 que incluso lloraban. Nosotros, que habíamos seguido luchando desde el 1 de abril de 1939, que llenamos las tumbas y las cárceles, que a pesar de ello habíamos asumido la reconciliación nacional, que habíamos estado al frente de las luchas obreras, estudiantiles, de los colegios profesionales, de las asociaciones de vecinos, que habíamos levantado el movimiento feminista, de los artistas y gente de la cultura, nosotros que teníamos en dirigentes conocidos (o al menos eso creíamos) porque se habían dejado la piel luchando años y años, nosotros que nunca habíamos caído en el revanchismo y el izquierdismo, nosotros que llevábamos en nuestras candidaturas sacerdotes y militantes católicos de prestigio…..

No nos lo podíamos creer, después de una campaña, sí con muchísimos menos medios y apoyo que el PSOE y la UCD, pero con un despliegue impresionante de militancia, haciendo mítines hasta en los lugares más remotos de España, (recuerdo uno al que asistí apoyando a Carlos Sáenz de Santamaría en un pueblecito de Ávila, en que había más guardias civiles, protegiendo el acto, y acompañantes venidos de Madrid, que habitantes del pueblo), pegando carteles una noche sí y otra también, repartiendo propaganda y que como colofón habíamos hecho en Colmenar Viejo el mitin más numeroso (y más empapado de lluvia) de todos los partidos.

El resultado final, 10% de votos y 20 diputados, frente a los 118 del PSOE.

Esa noche empezó la crisis irreversible del PCE, el partido que durante más años había luchado contra una dictadura en Europa, el partido que había asumido antes su desenganche del modelo soviético, que había sido más crítico de las prácticas autoritarias de otros partidos comunistas o revolucionarios, que había apoyado el dialogo entre marxistas y católicos y que había definido su perfil renovador, el eurocomunismo, con más entusiasmo y en condiciones de clandestinidad, que entonces tenía su mérito.

Desgraciadamente los comunistas no fuimos capaces de analizar a fondo la razón de esos resultados y en ese craso error nos jugamos el futuro del partido. Hubo numerosas explicaciones, a veces contrapuestas (como divergentes fueron la crisis de los renovadores por un lado y la escisión de los prosovieticos por otro). Sin duda la mayoría de esas razones eran en parte ciertas: el miedo existente en buena parte de la población a una vuelta a las andadas (es decir a una nueva guerra civil) si los comunistas salían muy reforzados; la imagen de pertenencia al pasado de muchos de nuestros dirigentes candidatos frente a la imagen renovada de muchos candidatos socialistas; la confusión que había originado en parte de nuestros militantes y simpatizantes algunas decisiones correctas, pero asumidas a toda marcha (por exigencias del difícil proceso de la transición); la moderación de algunas de nuestras propuestas frente a la radicalidad del programa del PSOE….

Pero hasta hoy los comunistas no hemos sido capaces de asumir que nuestros problemas tienen su origen en la guerra civil, el trauma mayor de la sociedad española en los últimos siglos.

El indudable protagonismo según avanzaba la guerra civil, la coherencia de la mayoría de nuestras propuestas sosteniendo con lealtad a los gobiernos republicanos, la voluntad de resistir hasta el último minuto, el abandono de las propuestas más izquierdistas, etc. nos hubieran podido dar la razón ante la ciudadanía si hubiéramos ganado la guerra, pero la perdimos y durante 40 años casi todos nos echaron la culpa de todo, los franquistas de haber provocado la guerra y de todos los daños ocasionados; los otros ámbitos de la izquierda (socialistas, anarquistas y trotskistas), de haber actuado a las órdenes de la URSS y de Stalin.  

En segundo lugar, todavía no hemos sido capaces del significado profundo del fracaso de la II Republica y del desencadenante de la guerra civil. Aunque la espoleta fue un alzamiento militar, buscado ya desde 1931, su desarrollo fue un enfrentamiento civil entre dos Españas, ruptura que se arrastraba desde las primeras décadas del siglo XIX. No fue solo un ejército golpista, fue una parte muy numerosa de la población cuyo rechazo a la Republica fue in crescendo y ello le dio un sólido soporte de masas al franquismo durante la guerra y durante buena parte de la dictadura. Afortunadamente hoy la inmensa mayoría de la población es demócrata, ya no existen las dos Españas, pero aún permanece latente entre muchos demócratas que los comunistas fueron los responsables principales de la quiebra de la Republica.

Los comunistas no supimos explicarnos a nosotros mismos y a explicar a la población las razones de esa quiebra de la Republica y de lo qué hicimos y por qué lo hicimos en los tres años de guerra civil. Así, mucha gente que valoró nuestra heroica lucha por la libertad, sin embargo, tenía muy claro que una cosa es luchar y otra muy distinta es confiarnos el gobierno de la nación, no fuera a repetirse la trágica historia de nuestro país. Por ello la inmensa mayoría de la ciudadanía progresista votó al PSOE.

Y hay una tercera razón, que unos y otros hemos solido despachar con cierta precipitación: la un tanto esquizofrénica divergencia entre “estar en el PCE, porque era el mejor por no decir el único instrumento efectivo de lucha contra la dictadura” y “el ser o no ser comunista”. Parecía como si ser comunista obligara a asumir una serie de rituales de la tradición comunista, dogmas del pasado o del presente, uniformidad, etc. y quien no lo asumiera no era “un buen comunista y su sitio no estaba en el partido”. No supimos crear un partido en el que cupieran los identificados con el marxismo (incluso el marxismo-leninismo) y los identificados exclusivamente con el programa del PCE. Y una vez conseguida la democracia, muchos empezaron a marcharse, incomodos con la etiqueta y exigencias ideológicas para estar en el PCE.

A esa incapacidad de hacer un partido eurocomunista coherente hacia afuera y hacia adentro, se unieron algo más tarde las prisas de unos por intervenir realmente en la política efectiva cuanto antes y la intransigencia de otros (entre los que me contaba), por exigir una homogeneidad a prueba de bombas. En definitiva, terminamos dinamitando el PCE. Si hubiéramos sido capaces de convivir juntos los que ideológicamente se sentían poco o nada comunistas y los que nos sentíamos comunistas hasta la medula, habríamos ido remontando los malos resultados del 1977, pero en lugar de integrar las diversas sensibilidades y opiniones, iniciamos un proceso centrifugo y centrípeto que nos impidió mejorar sensiblemente en 1979 y nos llevó al desastre en 1982.

Los combativos comunistas que la noche del 15 de junio de 1977 llorábamos (abierta o a escondidas) por lo que considerábamos una ingrata respuesta de la ciudadanía española, no supimos afrontar la realidad, el pasado, el presente y los retos de futuro, con suficiente decisión y rigor y otros en cambio sí supieron ganarse el apoyo de los progresistas. (Algo que nos puede sonar cercano en estos mismos días).

En cualquier caso, a pesar de esa tristeza por sus resultados, los comunistas celebramos la consecución de la democracia, que a la postre convirtió ese 15 de junio en uno de los días más importantes y felices del siglo XX y de nuestra historia.