domingo, 24 de diciembre de 2017

Elvis Presley "I'll Be Home For Christmas"

YA ES NAVIDAD, ADIOS PROCES, 155, TRUMP.....

Por hoy se acabó el proces, el 155, Trump, y todo lo que nos ha estado amargando la vida en este año 2017. Llegan las Navidades. Estos son dias para escuchar musica. En esta ocasión con Elvis Presley del que este año se han cumplido 40 años de su muerte. Los vídeos no son una maravilla precisamente, algunos son bastante cursis, pero lo que importa es la voz de Elvis. 

Aprovecho para felicitar las Navidades a las y los 5000 seguidores de mi pagina de facebook, agradeciendo su amistad y paciencia y sus comentarios y saludos, que son un gran estimulo para seguir publicando. 

sábado, 23 de diciembre de 2017

CATALUÑA PARTIDA POR LA MITAD Y LA IRRESPONSABILIDAD DE LAS ELITES GOBERNANTES


Por mucho que se empeñen Puigdemont y Rajoy, Cataluña es lo que es: una sociedad partida en dos mitades, hoy por hoy férreamente cristalizadas.

A pesar del muy elevado nivel de participación, de la suma de errores e incumplimientos de los dirigentes independentistas, de las consecuencias económicas y sociales que esta produciendo el “proces”, el espejismo de los políticos de la derecha española, secundados por numerosos medios de comunicación, de que se iba a dar un vuelco a la situación, se ha demostrado que tan solo era una ilusión producto del desconocimiento de la realidad de Cataluña.

A pesar de las groseras manipulaciones sobre la democracia española, de la utilización victimista de lo que han llamado presos políticos o gobierno en el exilio, de un penoso balance de desgobierno en la anterior legislatura, todo ello ayudado por actitudes provocativas del gobierno del PP y por inoportunas actuaciones de la administración de justicia y encima un arcaico y discriminatorio sistema electoral, lo cierto es que los independentistas siguen sin tener la mayoría en Cataluña, más distantes del 50% que en las anteriores elecciones.

Puigdemont hizo un discurso en la noche electoral de tintes fascistas, inaceptable en una Europa democrática, arrogándose un mandato mayoritario de la ciudadanía catalana que no tiene. Desgraciadamente a las mismas horas en que se estaba votando, la judicatura echaba mas leña al fuego con imputaciones a políticos independentistas, en un terrible juego de retroalimentación del sectarismo y de la ceguera política.

Arrimadas, la indiscutible ganadora de las elecciones, tuvo una intervención medida, mucho mas moderada que el propio Rivera. Por el contrario, García Albiol hizo una valoración reincidiendo en todos los tópicos agresivos de su campaña, que afortunadamente contrasta con el tono mucho mas sosegado del propio Rajoy, sin duda más consciente del varapalo recibido y el difícil bloqueo en que está inmersa la política catalana.

La cara de Iceta lo decía todo, aunque intentaba buscar algunos elementos positivos, era evidente que su opción no frentista y dialogante sigue sin tener espacio hoy por hoy. Xavier Doménech dio la talla de político serio, en el marco del desastre de su partido, al que no es ajeno la marginación de Iniciativa per Catalunya, empezando por Joan Coscubiela su dirigente más valorado, que ya veremos qué consecuencias tiene para Podemos en el conjunto de España.

Y así están las cosas y previsiblemente irán a peor, si hay nuevas detenciones, si se mantiene en prisión incondicional a los hoy encarcelados, si la judicatura se empeña en dar un escarmiento, como todo hace pensar y si la elite independentista sigue empeñada en llevar a sus seguidores a un callejón sin salida arengándoles con falsas promesas.

 La fractura de la sociedad catalana tiene difícil solución a corto plazo mientras los dirigentes independentistas y la derecha estatal sigan sin revisar a fondo su estrategia. Y puede llegar a enquistarse años y años en una escalada de despropósitos. Pero también es posible un cambio de rumbo. En el País Vasco, aunque con características muy diferentes, la dinámica de bloques esta en trance de ir superándose poco a poco y eso que había muchos muertos por medio; claro que el PNV tuvo que echar a Ibarreche y promocionar a Urkullu.

Abrir un clima de dialogo, de distensión, quizás no sea posible mientras sigan al frente de los dos gobiernos unos políticos irresponsables cuya actuación ha sido un fracaso sin paliativos. Estoy convencido de que, si Pedro Sánchez y el PSOE estuviera hoy gobernando nuestro país, con el apoyo más o menos estable de Podemos y Ciudadanos, no habríamos llegado a esta situación ni mucho menos. Y lo mismo digo en el bloque nacionalista, si los moderados de CIU no hubieran sido defenestrados con el consentimiento de Artur Mas.

Pero tenemos lo que tenemos y con esos mimbres hay que trabajar.

El gobierno tiene que promover unas propuestas razonables que contribuyan a desgajar el sector nacionalista moderado del enloquecimiento de Puigdemont. La Comisión del Congreso de los diputados tiene que acelerar sus trabajos y presentar unas conclusiones de reforma constitucional. Rajoy tiene que proponer una modificación del sistema de financiación autonómico más equilibrado; nombrar un Fiscal General del Estado moderado y con sentido común para ir desactivando y archivando en la medida de lo posible los actuales procedimientos judiciales contra los dirigentes independentistas; cambiar cuanto antes al Secretario General del PP de Cataluña por una persona de perfil moderado y dialogante.

Hay que hacer gestos de manera urgente. Y los tiene que hacer el gobierno de Rajoy con el estimulo y apoyo del resto de las fuerzas parlamentarias estatales. Por su parte Arrimadas, como presumible líder de la oposición, debería contribuir a tender puentes y a no acentuar aún más las diferencias.

Está claro que ganar por goleada al independentismo es un objetivo imposible, pero al menos diseñemos una política que conduzca a su notable reducción en los próximos años.


 Por último, pero no menos importante, la izquierda de toda España debemos comprender que en estas elecciones la izquierda ha retrocedido en Cataluña. Aun considerando a ERC de izquierdas (que no es poco) y considerando a Ciudadanos de derecha (a pesar de que han tenido mucho voto de clase obrera), la relación derecha e izquierda se sitúa en la actualidad en 74 a 61; algo que debería hacernos pensar y en especial al sindicalismo de clase catalán.

viernes, 15 de diciembre de 2017

LA SOLUCION ES MIQUEL ICETA


Nadie sabemos cual puede ser el resultado de las elecciones catalanas del próximo 21 de diciembre. Las encuestas dan una relación muy equilibrada entre lo que se conoce como bloque constitucionalista y los independentistas, a expensas de los efectos que, en el reparto de escaños, tenga un sistema electoral, que al igual que en el resto de España favorece a las provincias de Lleida y Girona, con menos población que Barcelona y Tarragona.

Aunque en absoluto es indiferente qué bloque tenga más votos y más escaños, lo que resulta evidente es que ni uno ni otro podrá decir que “han ganado las elecciones”. Sería un grave error político de nefastas consecuencias pensar que por lograr 2, 3, 4, 5 puntos mas o 2, 3, 4, 5, escaños mas han ganado las elecciones.
  
Hoy por hoy es una preocupante evidencia que la sociedad catalana esta partida por la mitad y ni siquiera una abrumadora participación va a poder ocultar o camuflar esa realidad. Quien quiera gobernar con responsabilidad y viabilidad de futuro, debe partir de ese hecho.

Por ello en mi opinión la presidencia de la Generalitat debe ser asumida por una persona con voluntad transversal, no frentista, dialogante, constructiva, respetuosa de la legalidad constitucional, con experiencia política, con capacidad de interlocución con el conjunto de las fuerzas parlamentarias, sindicales, patronales y sociales de Cataluña y también del conjunto de España.

Sinceramente ese perfil solo lo tiene Miquel Iceta.

Muy posiblemente en el llamado bloque constitucionalista Inés Arrimadas obtenga resultados mejores que Iceta. Es una brillante y valerosa dirigente política, que ha procurado limar las aristas de otros dirigentes de “Ciudadanos”, incluido el propio Albert Rivera, cada día más escorado hacia un neocentralismo. Pero Inés Arrimadas no tiene ese perfil necesario para recomponer a medio y largo plazo la convivencia ciudadana en Cataluña. Porque su programa, diga lo que diga, no es un programa socialmente progresista y porque su partido provoca fuertes rechazos en buena parte de la sociedad catalana. No es una solución pacificadora, sino de volver a un escenario de confrontación, aunque por supuesto con características muy diferentes a las de los independentistas.

Y si Arrimadas no puede jugar ese papel, ¿qué podemos decir del PP que se ha buscado un líder en Cataluña tosco, derechista, sin carisma alguno, con actitudes a menudo provocadoras?

El objetivo de los constitucionalistas debería ser recuperar en los próximos años a ese 25%-30% de la población catalana, que hace diez años no era independentista y que los errores, las torpezas, la inacción y la judicialización, primero del gobierno de Zapatero y sobre todo después los gobiernos del PP, han lanzado en los brazos de un tradicionalmente minoritario sector independentista.

En el lado independentista tampoco hay quien pueda desempeñar una función de mediación política y social. Una vez barridos los representantes de la burguesía tradicional catalana de los puestos de dirección de Junts per Catalunya, como podrían haber sido el exconseller Santi Vila o incluso el diputado estatal Carles Campuzano y una vez destrozada políticamente por la CUP y corroída por la corrupción, la vieja CIU ha quedado en manos de demagogos, insolventes, populistas, mentirosos, que ni siquiera saben gobernar una sociedad moderna y compleja como Cataluña. (La irresponsabilidad y ceguera de la media y alta burguesía catalana es digna de ser estudiada y analizada con rigor).

Lamentablemente Xavier Doménech y “Catalunya en Comu”, han quedado arrinconados en medio de la vorágine de bloques. Las grandes expectativas que en un primer momento tuvo esa nueva fuerza política, se han desplomado, victimas también de sus vaivenes a menudo no comprendidos por buena parte de su potencial electorado y cuyo último episodio fue la inexplicable ruptura del pacto con el PSC en el ayuntamiento de Barcelona. En todo caso la templanza, la experiencia y la sensatez de Doménech, podría jugar un papel positivo en la conformación de una alternativa de gobierno no independentista en Cataluña, si logran convencerse él y los suyos que Iceta es una buena alternativa, aunque vaya en coalición con Arrimadas. La abstención de Catalunya en Comu sería de un gran valor y contribuiría a ir superando las rupturas sociales.

En definitiva lo miremos como lo miremos, la única oportunidad de superar el bucle del proces y evitar unas nuevas elecciones es que Iceta encabezara un gobierno de coalición; con un programa socialmente progresista (que buena falta le hace a las clases trabajadoras de Cataluña), con voluntad y capacidad de dialogo con la derecha gobernante en España, con voluntad y capacidad de dialogo con los gobiernos autonómicos (que van a vivir con evidente suspicacia el inevitable proceso de reforma constitucional) y por supuesto, con voluntad y capacidad de pacto político y social con los sectores mas moderados del independentismo. En definitiva, un programa de progreso, cohesión y modernización de Cataluña, retomando el camino que se detuvo bruscamente con la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut de Cataluña, que degeneró en la deriva independentista de los últimos años.

Además de todo lo dicho, Iceta es un político de sólida formación socialdemócrata, afable, algo de los que no estamos sobrados y un político de orientación gay y ya va siendo hora de que la población LGTBI de nuestro país tenga una merecida oportunidad de demostrar al resto de la población su indudable capacidad de respeto y convivencia.

En definitiva, yo que no soy socialista, si viviera en Cataluña, mi voto sería para Iceta.



jueves, 7 de diciembre de 2017

LA CONSTITUCION Y SU CUMPLIMIENTO POR LOS GOBIERNOS


El aniversario de la aprobación de nuestra Constitución ha dado lugar, una vez más, a comentarios y propuestas variopintas y que en ocasiones reflejan o que no se han leído la Constitución española o que no saben muy bien qué es y para qué sirve esta máxima norma reguladora de la convivencia democrática.

No me cansare de decir que la Constitución de 1978 fue un esfuerzo titánico para iniciar la creación de un nuevo estado democrático, progresista y solidario. Respondió a una correlación de fuerzas parlamentarias que, si bien numéricamente no era favorable a la izquierda, en aquellos momentos el pensamiento progresista iba más allá del ámbito de la izquierda, no solo en las Cortes, también en la sociedad e incluso en los medios de comunicación. Ello permitió que la UCD aceptara una redacción que en muchos artículos no encajaba con los principios del centro derecha, no en balde en la comisión redactora por parte de la UCD estaba Pérez Llorca, antiguo militante de la izquierda revolucionaria (FLP) y Herrero de Miñón, un conservador ilustrado y moderado, que ya en los primeros años 70 había tenido relaciones con dirigentes y militantes comunistas. Por parte del PSOE estaba Peces Barba, con profunda formación socialdemócrata. Miguel Roca, un nacionalista moderado, no independentista, representaba a CIU. Sole Tura era el portavoz del PCE, cuyo prestigio e influencia eran mucho mayores que los escasos 20 diputados comunistas.

Cuarenta años después hay quienes achacan a las insuficiencias, limitaciones y desfases de la Constitución todos o casi todos los males de la vida política, económica y social actual y exigen un nuevo texto o al menos una reforma en profundidad del mismo.

En mi opinión la raíz de los problemas de nuestra democracia no hay que buscarlos en la Constitución, sino en los gobiernos que se han sucedido en España desde 1978 hasta hoy, que no han querido desarrollar todo su potencial transformador y que no han dotado de los recursos económicos suficientes y adecuados para la aplicación normativa de la misma. A pesar de ello, el periodo 1979-1992 conoció una profunda transformación positiva de nuestro país, primero y brevemente con la UCD y después con las dos primeras legislaturas socialistas. También contribuyó a ese cambio el contar con un Tribunal Constitucional de talante mayoritariamente progresista, de gran valía técnica, que fue impulsando una aplicación avanzada, dando serios palos a los gobiernos, cuando realizaron interpretaciones regresivas de la Constitución. Nada que ver con el cada vez más conservador y técnicamente pobretón Tribunal Constitucional de los últimos 15 años.

Por tanto, podríamos tener una magnifica Constitución y una adulterada aplicación de la misma, si en nuestro país seguimos votando gobiernos poco dispuestos a garantizar su interpretación progresista y encima tenemos un órgano constitucional, derivado de esas mayorías parlamentarias conservadoras, que bendicen sin muchos reparos lo que proponen los gobiernos.

Por otra parte en los tiempos presentes, con una perdida en la sociedad española  de la hegemonía ideológica de los valores progresistas, con un PP cada vez más escorado hacia la derecha, con un partido como Ciudadanos que se auto considera centrista y que en muchos aspectos lo es, pero también con fuertes resabios centralistas y neoliberales, con un PSOE en el que la ideología socialdemócrata ha perdido mucha consistencia, con un nacionalismo catalán echado al monte, con una izquierda que se mueve entre el radicalismo y el escaso rigor de sus propuestas, con la inmensa mayoría de los medios de comunicación en posiciones conservadoras, no sería descartable que una reforma constitucional situara el nuevo texto legal a la derecha del actual o en el mejor de los casos mucho más desdibujado.

La izquierda política, sindical y social, cometeríamos un gravísimo error si abriéramos el melón de una amplia reforma constitucional, con cartas a los Reyes Magos y sin calibrar bien la correlación de fuerzas y las posibilidades reales para lograr consensos positivos.

Por tanto sería bueno fijar pocos pero decisivos objetivos de reforma y que en mi modesta opinión podrían ser los siguientes: reforma del Senado, reconocimiento del carácter de nación de País Vasco y Cataluña en el marco de España, constitucionalización de nuevos derechos sociales básicos como la atención a la dependencia, renta mínima de inserción y servicios sociales, el establecimiento de unos nuevos y estables criterios de financiación de las Administraciones Publicas (incluidas las Corporaciones Locales) y poco más, salvo la reforma de la reforma del art. 135.

Por supuesto son cuestiones decisivas y por ello muy complejas, sobre las que no va a ser nada fácil lograr un consenso mayoritario.

Pero, insisto, de poco servirá una reforma progresista de la Constitución, si es que se logra, si después no conseguimos gobiernos progresistas en nuestro país, que tengan voluntad y pongan medios para su aplicación.



miércoles, 29 de noviembre de 2017

MENOS IMPUESTOS = MENOS PROTECCION SOCIAL, PEORES SERVICIOS PUBLICOS

Nada más aprobarse por el Congreso de los Diputados el nuevo cupo vasco, el gobierno del País Vasco, una coalición del PNV con la participación minoritaria del Partido Socialista de Euzkadi, han anunciado la reducción de impuestos en la Comunidad Autónoma, mas o menos proporcional al ahorro que va a suponer ese nuevo cupo. Por otra parte, ha trascendido que las negociaciones entre el PP y Ciudadanos para sacar adelante los presupuestos del año 2018, incluye una reducción fiscal en torno a los 2000 millones de euros, que según anuncian se notara en las aportaciones de las clases trabajadoras y medias.

No voy a hacer la demagogia que en su día hizo Rodríguez Zapatero de que bajar los impuestos es una política de izquierdas, ni tampoco la contraria de pensar que la izquierda cuando gobierna tiene que subir los impuestos por sistema.

La presión fiscal de un país puede ser socialmente progresiva o regresiva no tanto por el volumen de los impuestos en relación a la riqueza nacional (PIB), sino por la procedencia porcentual de esos impuestos (del trabajo, del patrimonio, de las empresas, de los autónomos, del consumo, ecológicos, etc.) y desde luego por los niveles de lo que se conoce por gastos fiscales (es decir las diversas modalidades de eximir el pago de impuestos) y por supuesto por el fraude fiscal, economía sumergida, evasión de impuestos, etc.  Y en segundo lugar esos ingresos hay que relacionarlos con el tipo de gasto a los que se destinan. En otras palabras, que haya una elevada presión fiscal, en sí no es un síntoma de justa redistribución social; depende cómo se recaude y en qué se gaste. Hay países con elevado gasto social p.e. en sanidad y sin embargo el gasto es bastante ineficiente y los resultados mediocres.

Pero en todo caso la experiencia nos demuestra que la presión fiscal y el gasto social son indicadores que por lo general reflejan en casi todos los países cual es su nivel redistributivo. Así en Europa los países nórdicos tienen en general elevada presión fiscal y alto gasto social y los países mediterráneos por lo general tenemos menor presión fiscal y menor gasto social.

¿Y cómo estamos nosotros en relación a la media de la Unión Europea? Aproximadamente 6 puntos menos del PIB en presión fiscal y en torno a 4 puntos menos en gasto en protección social, lo que se concreta en unos 60000 millones menos de ingresos y unos 40000 millones menos en gasto social.

Es evidente que la equiparación fiscal no tiene porque ser absoluta ni tampoco puede realizarse de la noche a la mañana. Y lo mismo sucede en lo que se refiere al gasto social. Pero eso es una cosa y otra muy diferente que no haya ninguna voluntad política para ir acortando razonablemente y paulatinamente las diferencias en ambas materias. Las decisiones del Gobierno Vasco, de moderado centro izquierda, y las del gobierno del PP y su socio Ciudadanos, van justo en dirección contraria a lo que deberían ir.

Es cierto que en el País Vasco, como resultado de la propia presión de los socialistas a lo largo de los últimos 40 años y de la evidente sensibilidad socialcristiana del PNV, las políticas sociales están mas desarrolladas que en el resto de España, para lo que han contado por supuesto con un mayor margen de ingresos por el sistema del Concierto foral que regula la fiscalidad y gasto público en el País Vasco. 

Pero también es verdad que el País Vasco sigue teniendo agujeros en políticas sociales como la atención a la dependencia, la universalización de determinadas prestaciones sanitarias, la cobertura de desempleo a los jóvenes y parados de larga duración, e incluso en los instrumentos de lucha contra la pobreza y exclusión social, que aunque estén muy por delante de las restantes Comunidades Autónomas (con la excepción de Navarra), siguen teniendo  un nivel de población en riesgo de pobreza y exclusión social que debería reducirse considerablemente. Todo ello por no hablar de las carencias que aun existen en otras materias como Educación, Infraestructuras, inversión en I+D+I, etc.

En definitiva, aunque el País Vasco está por lo general mejor que el resto de España, tampoco esta para echar las campanas al vuelo y a la primera de cambio bajar impuestos, reducción que además, al parecer, va a dirigirse prioritariamente al impuesto de sociedades, que es algo mas alto que en el conjunto de España.

En lo que se refiere a la bajada de impuestos negociada por el PP y Ciudadanos, además de otras más que a veces anuncia el ministro Montoro en función de los calendarios electorales y de los intereses partidistas del gobierno, se trata de un cínico ejercicio de demagogia. Esos 2000 millones que bajarían en los impuestos de las clases populares, tienen como consecuencia menos gasto en dependencia, servicios sociales, sanidad, educación, pobreza y exclusión social, etc. Es decir, los trabajadores tendrán un ligero descuento en el IRPF, pero por el contrario van a tener que seguir participando en el copago de prestaciones sociales y en aguantar largas listas de espera en dependencia o sanidad, en actividades educativas extraescolares, en recargar sobre las abuelas y madres las carencias en educación de 0 a 3 años….etc.   

En resumidas cuentas, hoy menos impuesto se traduce automáticamente en menos protección social y menos y/o peores servicios públicos.

¿Por cierto, de todo esto se esta hablando en la campaña electoral de Cataluña?





martes, 21 de noviembre de 2017

BILLY ELLIOT: UN MAGNIFICO MUSICAL PARA TODOS


En el año 2000 una maravillosa película británica, “Billy Elliot”, nos emocionó a muchísima gente. Una película de Stephen Daldry que es una apuesta por el respeto a la diferencia, el derecho de los adolescentes a elegir y seguir su camino y además un canto a la solidaridad obrera y una abierta denuncia al neoliberalismo. Con unas interpretaciones magnificas y una música inolvidable, en especial las versiones de “London Calling” de The Clash y sobre todo “Town called malice” de The Jam mientras Billy corre y baila por las calles de la ciudad.

Ocho años después se estrenó en Londres el musical. El guion era de Lee Hall, el mismo guionista de la película, la dirección teatral del mismo director de la película y la música nada menos que de Elton John. El éxito fue espectacular y la acogida de la crítica impresionante, de manera que se llevó en el año 2009 hasta 10 premios “Tony”, equivalentes a los Oscars en el mundo del teatro.

Ahora llega a Madrid la versión en español.

Reconozco que no soy muy entusiasta de las versiones de los grandes éxitos musicales británicos o norteamericanos, aunque es verdad que sus adaptaciones en España cada vez son mejores y de mayor calidad.

En este caso el resultado es magnífico. Los productores han tirado la casa por la ventana. 2 años de preparación, incluyendo importantes obras de adaptación del Teatro Alcalá, una ingente tarea de casting para seleccionar en especial a los actores niños y adolescentes y sobre todo a los que van a desempeñar el papel de Billy, preparación de la coreografía, escenarios, iluminación, música….

El éxito y las buenas críticas están premiando el esfuerzo. La obra de más de 2 horas y media mantiene en todo momento el interés, es aplaudida en numerosas ocasiones, impacta con el cambio y juego de escenarios y entusiasma con la brillante actuación de los intérpretes, en especial Billy.
La obra está perfectamente ambientada en la huelga minera de 1984, tiene alto contenido político y social, abiertamente progresista. Incluye 16 números musicales, que van combinando estilos y ritmos. Hay un gran despliegue de actores, protagonistas y bailarines, adultos, niños y adolescentes. Cuenta con nueve músicos en el foso, que personalmente me parecieron lo más flojo del espectáculo.

El conocido actor Carlos Hipólito asume el papel de padre y en general lo hace muy bien, salvo cuando canta. Natalia Millán, guapísima y gran actriz, borda el papel de la profesora de baile, la Señorita Wilkinson, Noemi Gallego divierte en el papel de una abuela lenguaraz y políticamente incorrecta y el resto de los actores lo hacen bien. Mención aparte merecen los niños y adolescentes; no puedo dar nombres ya que hasta 6 intérpretes se van turnando, pero los que actuaron el día en que yo fui eran formidables, Billy en primer lugar, pero también el que representaba a su amigo Michael, con una excelente gama de registros interpretativos.

El musical no tiene el final apoteósico de la película, cuando Billy, ya triunfante bailarín, interpreta el “Lago de los Cisnes”, quizás muy difícil de trasponer a un musical, pero tiene una salida digna con una escena agridulce de la admisión de Billy en la Royal Ballet School y a la vez la derrota de los huelguistas mineros.

El entusiasmo del público, con una muy notable presencia de niños y adolescentes, entre ellos mi nieta Violeta y su amigo Fernando y con el teatro abarrotado, fue muy evidente. Seguramente será un musical que permanecerá mucho tiempo en escena, máxime teniendo en cuenta que por su complejidad técnica al parecer no se va a representar en ninguna otra ciudad de nuestro país.

Este musical, para todas las edades, que recomiendo fervientemente, refleja el nivel de calidad que al menos en Madrid han alcanzado este tipo de espectáculos.



lunes, 6 de noviembre de 2017

DIEZ DIAS QUE CAMBIARON EL MUNDO



Conmemorar hoy el centenario de la revolución soviética puede resultar para algunos un ejercicio de nostalgia, para otros un motivo de satisfacción por lo que pudo ser y no fue, para muchos un recuerdo casi de la prehistoria, pero también estamos los que nos sentimos vinculados a ese acontecimiento y a todo lo que supuso en nuestras vidas y desde luego en el discurrir del siglo XX.

Parafraseando a John Reed la revolución bolchevique fueron “diez días que cambiaron el mundo”. Las grandes luchas obreras de países tan diversos como Suecia, Alemania, Austria, Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia o Francia; el Frente Popular en España o en Francia; la creación y movilización de las Brigadas Internacionales; la resistencia antifascista en Francia, Italia, Grecia y Yugoeslavia durante la Segunda Guerra Mundial; las luchas de liberación anticolonialista en China, en el Sudeste Asiático, en Argelia o en numerosos países africanos y asiáticos; la revolución castrista o el gobierno de la Unidad Popular chilena; la derrota nazi en Stalingrado y el avance liberador del ejercito soviético en toda Europa central que fue decisivo para la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial; e incluso la liberación de la India del dominio británico y un largo etc. no se pueden entender sin el ejemplo, el estimulo y el apoyo de la revolución bolchevique.

Una revolución que no solo conmovio los cimientos de unas sociedades injustas, colonialistas, explotadoras de las clases trabajadoras y del campesinado, oscurantistas, sino que sedujo a numerosos artistas de primera línea, en el mundo de la música, el cine, el teatro, la pintura, la literatura, la arquitectura… y cuyas creaciones estuvieron fuertemente inspiradas en el impacto e influencia de la caída del zarismo y la innovación que supuso el surgimiento de la república de los soviets. O la influencia en los movimientos feministas y de liberación sexual y hasta en el surgimiento de la Teología de la Liberación o de sectores progresistas de la Iglesia Católica simpatizantes con el espíritu emancipador de los bolcheviques.


Y lo que es muy importante, detrás de grandes conquistas en las condiciones de vida y trabajo, en el bienestar social y en la dignidad de las sociedades más avanzadas del mundo, está la reacción defensiva de las clases dominantes, que ante el ejemplo soviético prefirieron pactar esos cambios, antes que perderlo todo.  

Es verdad que el ímpetu transformador duró pocos años, que llegó la burocratización, el estancamiento o las terribles purgas sangrientas en las luchas por el poder, a lo que no fue ajeno el cerco político, económico y militar que impusieron las grandes potencias capitalistas ya desde 1918. Es cierto que Lenin, acuciado por las difíciles condiciones en las que se movía el incipiente estado soviético, tuvo que obviar muchas de las más importantes contribuciones de Marx sobre la evolución del capitalismo y el socialismo, quemando etapas y restringiendo libertades, como tampoco se puede olvidar el temprano deterioro físico y mental de Lenin, que dio paso al ascenso de Stalin y la marginación de Trotsky otros dirigentes bolcheviques.

La revolución se fue deformando progresivamente en la Unión Soviética, mientras que el movimiento obrero sufría terribles derrotas en Alemania, en Italia, en Hungría o en Austria y después en España. Aun y así a lo largo del siglo XX millones de hombres y mujeres identificados con los principios comunistas lucharon, sufrieron despidos, penalidades, torturas, cárceles y muchos de ellos la muerte. Nuestro país fue un buen ejemplo de ello.

Quienes en los años 70 del siglo pasado nos desmarcamos rotundamente de la realidad y de las prácticas de los herederos de la revolución bolchevique y nos identificamos como “eurocomunistas”, en aquel momento, como se suele decir, “nos negamos a tirar a la basura el agua sucia y el niño”. Y hasta hoy no he encontrado razones de peso para cambiar de opinión.

Aunque, 100 años después, la revolución bolchevique no nos sirve como guía para afrontar los problemas de la sociedad actual, qué duda cabe que nuestro mundo sería mucho peor y más injusto sin el cambio que supuso en el devenir de la historia.








lunes, 30 de octubre de 2017

URGENCIA DE LOS PRESUPUESTOS PARA MEJORAR LA COHESION SOCIAL Y TERRITORIAL


Un estado de la magnitud y complejidad como el nuestro y en un tiempo en que los cambios se producen a gran velocidad, la vida económica y social no puede permanecer paralizada meses y meses, confiando en que factores externos (el comercio mundial, el Banco Central Europeo, la moderación de los precios energéticos o el turismo) nos resuelvan los problemas, consoliden el crecimiento económico y el saneamiento de nuestra economía.

Llevamos prácticamente dos años sin gobierno efectivo, sin intervención de los poderes públicos, sin políticas activas. Mariano Rajoy y su gobierno se dan por satisfechos con la publicación periódica del descenso del paro, del crecimiento del PIB o el control de la inflación. Escudándose en la crisis de Cataluña han retrasado la primera de las obligaciones de un gobierno, como es la elaboración de los presupuestos anuales. Llevamos 2 años con irregularidades en la tramitación presupuestaria y el año 2018 también se va a producir un retraso en la puesta en ejecución de los presupuestos, con lo cual habrá menos gasto publico efectivo. Esta barbaridad se justifica en que en el contexto político actual el PP no tendría los votos suficientes para la aprobación de los presupuestos, ya que presumiblemente el PNV no los apoyaría, dada la tensa relación existente hoy con ellos por la actuación del gobierno en Cataluña.

Mientras tanto seguimos con graves problemas de riesgo de pobreza y exclusión social, no se tramita la Iniciativa Legislativa Popular presentada CCOO y UGT para regular una prestación mínima garantizada y apoyada por la mayoría de los grupos parlamentarios; siguen sin reponerse los daños ocasionados por los  recortes en el sistema sanitario, educativo y de protección al desempleo; importantes proyectos de inversiones en infraestructuras básicas están paralizados o ralentizados; la atención a la dependencia esta asfixiada; la inversión en I+D+I sigue bajo mínimos; la reforma fiscal, que debería sustentar una ampliación y mejora del gasto público, duerme olvidada; y por supuesto ni se plantea abrir la negociación de la reforma de la financiación de las Comunidades Autónomas y de las Corporaciones Locales….

Una de las consecuencias más evidentes de esta parálisis publica, es que esta recuperación económica, además de acentuar la desigualdad social, esta fomentado implícitamente, que se esté volviendo a reproducir el viejo modelo económico de crecimiento que se vino abajo en la crisis del 2008. Seguimos apoyándonos de manera preferente en el turismo internacional, en la demanda interna en productos relacionados con el consumo efímero y muy en especial la hostelería y en el rebrote de la construcción y especulación inmobiliaria.

La parálisis publica resulta aún más inaceptable si tenemos en cuenta que los presupuestos y todo lo que ello conlleva debería ser un factor esencial para la reconstrucción de la confianza en Cataluña y también para evitar tensiones, ahora solapadas, en el País Vasco, así como el renacer del malestar en otras Comunidades Autónomas. Es decir, unos presupuestos del Estado que tuvieran como objetivo la recuperación de la cohesión social, serian un instrumento para ir saliendo del gravísimo trauma que ha supuesto la crisis política y social en Cataluña y sus repercusiones en el resto de España.  

No podemos olvidar que la mayoría de las Comunidades Autónomas, por no decir todas, no van a presentar y aprobar sus presupuestos hasta conocer los presupuestos del Estado, por lo que la parálisis de la actividad pública puede ser general en los próximos meses.

Los nuevos presupuestos deben afrontar la inversión pública en infraestructuras del transporte ferroviario que llevan renqueando años y años sin recibir el impulso necesario: el corredor del Mediterráneo, la conexión con el País Vasco, Asturias, Extremadura, Galicia o la mejora de las redes de cercanías en las grandes capitales; inversiones que garantizarían una mayor cohesión territorial, un estímulo para la actividad económica, para el comercio nacional e internacional, para el turismo externo e interno y generarían numeroso empleo, sin alimentar la burbuja inmobiliaria, contribuyendo, además, a reducir los niveles de contaminación.

En los ámbitos de la Sanidad y Educación, además de mejorar la dotación de los equipamientos existentes, hay que garantizar la incorporación rápida y en buenas condiciones de los miles de nuevos profesionales que saldrán de las importantes ofertas de empleo público pactadas con CCOO y UGT, así como consolidar las decenas de miles de empleos precarios, que hoy son una vergüenza de las administraciones sanitarias y educativas.

La aprobación de una prestación estatal, gestionada por las Comunidades Autónomas, de renta mínima de inserción, es una evidente prioridad, ante una situación en la que los niveles de pobreza y exclusión social, especialmente en las familias monoparentales de mujeres con hijos a cargo, no se reducen en absoluto a pesar de la recuperación económica.

El sistema de atención a la dependencia, frustrado desde su inicio por la coincidencia temporal con la crisis, requiere una nueva fórmula de financiación estatal, que garantice la prioridad de los servicios profesionales y de calidad, y la universalidad efectiva de la prestación, acabando con las larguísimas listas de espera. Dicho sea de paso, esa ampliación de la financiación no tendría por qué ser elevada, se situaría en torno a los 3.000 millones de euros/año y generaría numerosos puestos de trabajo y liberaría a muchísimas mujeres cuidadoras  

Para avanzar, aunque sea moderadamente, en un nuevo modelo productivo competitivo, sostenible, generador de empleo de calidad, la inversión pública en I+D+I, tiene que tener una dimensión mucho mayor y más eficaz. De lo contrario la globalización consolidara a España como un país de servicios ligados al turismo y poco más.

Si estas deberían ser las prioridades del nuevo presupuesto, hay que resaltar que estamos hablando de un crecimiento del gasto público moderado, entre el 2% y el 3% del PIB, o sea alrededor de 25.000 millones de euros para el año 2018. Cuantía que requeriría lógicamente ajustes en la actual política fiscal y que yo no quiero despreciar, porque no es calderilla, pero que sus efectos económicos, sociales y políticos serian indudables.

Estoy seguro que mucha gente en Cataluña que se ha sentido humillada o ignorada, justa o injustamente, por el gobierno de España, podría notar de manera inmediata que aspectos esenciales de su vida cotidiana empezaban a mejorar, sin necesidad de seguir en el espejismo independentista. Una razón más para presentar y aprobar urgentemente los presupuestos del año 2018.



sábado, 21 de octubre de 2017

¿HAN PENSADO A DONDE NOS LLEVAN RAJOY Y PUIGDEMONT?


Dos prestigiosos historiadores, Tony Judt y Josep Fontana, de características e ideología distintas, en sus libros de referencia, “Postguerra” y “Por el bien del Imperio”, al analizar algunos de los grandes errores estratégicos de las grandes potencias y de sus máximos dirigentes desde 1945 hasta nuestros días, coinciden en señalar que estos se debieron en buena medida en la falta de estudio y conocimiento de las consecuencias posteriores. En otras palabras, la improvisación, que se transforma en grave irresponsabilidad. A Fontana y Judt no les cabía en la cabeza que, con la cantidad de asesores, gabinetes de estudios, estrategas, analistas, etc. de que disponen habitualmente los grandes líderes políticos, sean incapaces de tomar en consideración los escenarios previsibles ante la adopción de medidas de gran importancia.

Estas reflexiones parecen plenamente aplicables a las conductas de los presidentes Rajoy y Puigdemont. Están llevando a España y a Cataluña a un callejón sin salida, a una tensión sin precedentes, poniendo en riesgo lo logrado en la etapa más larga y fructífera de democracia de la atormentada y dramática historia de nuestro país.

Uno conduce a la sociedad catalana hacia un escenario imposible, ilusorio, construido con los cuentos chinos que han venido contando a sus crecientes seguidores, creyéndose, o al menos eso aparentan, el oasis en el que iban a vivir una vez lograda la independencia. No han valorado con un mínimo rigor cuales iban a ser las reacciones del gran empresariado ni de los aliados del estado español en la Unión Europea. Se han creído que estábamos en el siglo XIX. Han alimentado espejismos y ahora tienen muy difícil retroceso. Puigdemont solo puede o seguir en la huida hacia adelante, hacia el martirio político, o marcharse a su casa entre la confusión o incluso el oprobio de los suyos. Ya no le queda Plan B.

Rajoy está jugando con demasiados fuegos. Quiere contentar a la parte de sus bases más centralistas y derechistas; quiere comerle espacio a Ciudadanos y quiere achicharrar a un PSOE que estaba en trance de recuperación. Es posible, aunque no seguro, ya veremos cómo acaba todo, que en este irresponsable órdago el presidente del Gobierno de España logre hacer olvidar al electorado las facturas de la corrupción y lograr una mayoría absoluta o casi, consolidando los gobiernos de la derecha en nuestro país por una larga temporada. Pero las enormes heridas que se están profundizando en la sociedad catalana no se cerraran en muchos años.

Aún no sabemos cuál será el siguiente paso en el abismo. ¿Van a detener al gobierno catalán, si no obedece las ordenes de la aplicación del artículo 155? ¿Han pensado en ese más que posible escenario? ¿Han pensado en la previsible respuesta social en las calles de Cataluña en los próximos días? ¿Están valorando las consecuencias de la implicación del Rey para el futuro de la monarquía? ¿Han tenido en cuenta el disparadero al que conducen a la izquierda catalana, PSC y En Común, que se están quedando sin margen de maniobra para tender puentes en una sociedad cada vez más polarizada?

Y lo peor de todo, ¿y si de las futuras elecciones en Cataluña el independentismo cobra aún más fuerza, lo que no es nada descartable? ¿Vuelta a empezar el camino de los despropósitos?

¿Pero es que nadie piensa en estas cosas en La Moncloa y en Ferraz?

Y hay otra pregunta que cabe hacerse. ¿Si hoy gobernara Pedro Sánchez con el apoyo de Podemos, hubiera seguido el mismo camino que Rajoy? Quiero creer que en absoluto, de ahí la irresponsabilidad histórica de Pablo Iglesias y su equipo al negarle su respaldo en la primavera del 2016.

El PSOE puede ser devorado irremediablemente en esta vorágine, en este giro a la derecha que se está imprimiendo al conjunto de la sociedad española. Es verdad que Pedro Sánchez no lo tiene nada fácil, entre las presiones de los medios de comunicación, de los barones y dirigentes históricos y del propio gobierno. Pero a la hora de la verdad no ha sido capaz de mantener un espacio diferenciado, como parecía haber dado a entender con su propuesta de Comisión parlamentaria para la reforma constitucional o incluso cuando defendía poner límites a la aplicación del artículo 155, limites que Rajoy no ha admitido, a pesar de que con un cinismo digno de mejor causa diga que el autogobierno de Cataluña no se ha suspendido.  

No sé qué pensara Iceta, el político más sensato de la izquierda catalana en esta terrible dinámica, pero no creo que se encuentre muy a gusto con esta destitución forzada del gobierno catalán y sus consecuencias. Y algo parecido se puede decir de Joan Coscubiela.

Y en cuanto a PODEMOS ni esta ni se le espera. No hemos sido capaces, mas allá de tres o cuatro ideas genéricas, de elaborar, difundir y defender propuestas concretas para la reforma constitucional del modelo de estado.

Sí, estamos gobernados por unos irresponsables y aún no sabemos dónde terminara todo esto, ni tampoco lo saben ellos. Ni siquiera es probable que ya quepa la posibilidad de una negociación, que no podría ser con los dos actuales presidentes. El oscuro escenario al que vamos es a una derechización del país, que seguramente la izquierda fragmentada y desubicada no va a ser capaz de impedir.




lunes, 9 de octubre de 2017

EL CHE EN NUESTRAS VIDAS


Nadie nos lo creímos. Ni siquiera cuando los medios de comunicación empezaron a mostrar la terrible foto. Pensábamos que todo era un montaje de la CIA y de los militares bolivianos. Hasta que Fidel Castro no lo reconoció públicamente, mantuvimos la esperanza. “El” no podía morir y menos derrotado en esas condiciones.

Si ya todos éramos antiyankees, aquello fue la gota que derramó el vaso.

Fui a una reunión a la cervecería “El Laurel de Baco”, que aún se mantenía en la Plaza de la Moncloa. Estábamos unos diez o doce de todos los cursos de la Facultad de Derecho. Nos había convocado Yuyo Mazarrasa, (que por cierto tenía un parecido asombroso con el Che) y Fernández de Castro, en representación de los Comités Anti imperialistas. Nos explicaron que la respuesta tenía que ser rápida, masiva y contundente. Se iba a convocar una gran Asamblea en la Facultad de Filosofía y después iríamos caminando hasta Princesa, o hasta donde pudiéramos.

Llenamos de carteles nuestra Facultad convocando el acto. Filosofía estaba a rebosar. Los jeeps de la policía se encontraban estacionados en la rotonda del Paraninfo. El curso académico acababa de empezar y aunque se preveía movido, aun no se habían realizado convocatorias importantes.

Ya no recuerdo quienes hablaron en la Asamblea, aunque supongo que fueron los lideres universitarios del FLP, del PCE, de la FUDE y de los ácratas, porque todos se habían sumado.

Fuimos saliendo al prado que separaba Derecho y Filosofía. Hasta el momento la policía seguía en su sitio. Yuyo Mazarrasa y algunos más sacaron una gran bandera norteamericana y empezaron a quemarla entre los gritos y aplausos de los centenares de estudiantes que estábamos alrededor. Cuando ya casi no quedaban restos de bandera aparecieron los jeeps, bajándose los policías a toda carrera hacia la concentración. Empezaron las carreras y a llover piedras. Durante un buen rato seguimos así, incluso por detrás de Derecho y en la bajada a Económicas. Poco a poco la policía controló la situación, con más efectivos incluyendo caballos y el helicóptero. Nos fuimos dispersando, pero sabíamos muy bien a donde teníamos que ir: a hacer saltos y cortar el tráfico en la calle Princesa y alrededores.

Y allí que nos fuimos, como otras muchas veces, para desesperación de mi madre, que desde la ventana del comedor y el balcón veía las carreras, oía el helicóptero, las sirenas de la policía y los gritos de los estudiantes. Ella siempre temiendo que a su hijo le pasara algo, aunque su hijo siempre le contestaba que él no sabía nada, que había estado en clase y luego tomando una caña en “El quinto toro” o en “Zulia”, hasta que un día le vio correr gritando justo por toda la calle Gaztambide.

El Che, que ya estaba en nuestras vidas, ocupó el lugar de honor. Mas allá de Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo o el otro gran mártir revolucionario reciente, Patricio Lumumba. Todos teníamos el poster en la habitación, al primero que se lo vi fue a mi primo José María Maravall, cuando vivía en el segundo piso de mi casa. El Che estaba presente en todos los actos antifranquistas que hicimos desde entonces. Era el modelo a seguir, por todos, incluidos la gente del PCE a la que considerábamos revisionistas.

Conocíamos con detalle su biografía política; la editorial mexicana “Era” (fundada por exiliados españoles) sacó un enorme libro con sus escritos y discursos, que compré en “Cultart”, nuestra librería preferida y que aun conservo. Todavía eran los tiempos en los que la Revolución Cubana no ofrecía el menor género de dudas para los jóvenes españoles antifranquistas. El aplastamiento del gobierno de la Unidad Popular y el asesinato de Salvador Allende, como reacción volvió a revitalizar la figura y las posiciones de El Che.

Cuando años después empezaron a abrirse las primeras grietas en nuestra visión de la revolución cubana, le achacamos los errores a Fidel y de nuevo El Che encarnó la pureza revolucionaria y liberadora frente a la burocratización impuesta por los soviéticos. Incluso descubrimos las diferencias políticas entre ellos, que al parecer habían influido en la decisión de El Che de salir de Cuba, primero a África Central y después a la Cordillera Andina.

Cuando visité Cuba hace más de 15 años, quedé abrumado por la omnipresencia de El Che, quizás como una forma también de decir “El Che construyó y avaló esto”. No me entusiasmo lo que vi.

En cualquier caso, la vida y muerte de El Che, mas allá de sus aciertos y errores, es uno de los hitos del siglo XX y su influencia en millones de hombres y mujeres que querían cambiar el mundo fue indudable. Y para los jóvenes antifranquistas de mi generación, El Che fue un gran estímulo para luchar por la libertad y el socialismo. Conservamos en mi casa su cuadro, aunque ya no está colgado sino guardado en un armario.

  


miércoles, 4 de octubre de 2017

FELIPE VI SE HA EQUIVOCADO GRAVEMENTE


Siempre he tenido respeto y simpatía por la persona de Felipe VI, tanto en su papel institucional como Príncipe de Asturias como en el corto periodo que lleva desempeñando la Jefatura del Estado.

Por ello, ya veo que ingenuamente, esperaba que en algún momento asumiera un papel mediador en el gravísimo conflicto de Cataluña. No ha sido así.

La intervención del Rey posiblemente haya sido exigida o al menos fuertemente presionada por el gobierno del PP. Es una intervención menos arisca formalmente que las de Rajoy y sus ministros, pero políticamente alineada con el gobierno. Fue, por tanto, un discurso de parte, no del conjunto de las fuerzas políticas y sociales de nuestro país. Nunca el Rey, ni tampoco su padre el anterior monarca, se habían alineado de manera tan ostentosa con la política del gobierno de turno.

No hubo ni un solo llamamiento al dialogo, tan solo vagas alusiones a la esperanza, más dirigidas a los catalanes no independentistas que al resto de los catalanes.

Cuando terminó su breve intervención, lo primero que pensé fue que Rajoy estaba preparando la aplicación del artículo 155 de la Constitución, suspendiendo total o parcialmente la autonomía de Cataluña.

Seguramente Felipe VI habrá ganado simpatías entre algunos sectores no independentistas de Cataluña y desde luego entre muchos centralistas de la España profunda. Pero a la vez, y es políticamente un desastre para el futuro, se ha alejado de amplios sectores moderados, progresistas, de la sociedad española y no digamos de Cataluña. Después del discurso del Rey, a la gente de izquierdas, que, siendo republicanos, no hacíamos de ello una causa fundamental para la democracia española, nos va a ser aún más difícil defender la continuidad de la monarquía.

No sé quién le ha escrito el discurso al Rey. Si los asesores de la Moncloa o los del Palacio de la Zarzuela. Pero quien lo haya hecho ha realizado un flaco servicio a la institución y ha añadido aún más leña al fuego de la crisis de Cataluña.

Si muy preocupante es el discurso del Rey, no lo son menos las imágenes que hemos visto en los medios de comunicación de los enfrentamientos y hostigamiento entre fuerzas de la policía y guardia civil y jóvenes radicales catalanes o, aunque sea una cuestión secundaria, los insultos a Gerard Pique en los entrenamientos de la selección de futbol. Nuestro país tiene una historia terrible, no hace tantos años, como para permitirse caminar al borde del abismo.

La irresponsabilidad del gobierno del PP desenterrando sentimientos ultras, agazapados, pero no desaparecidos y la irresponsabilidad del Govern lanzando a los jóvenes a la calle en una movilización insurreccional, puede tener consecuencias insospechadas. Incluso, de rebote, puede impulsar una involución en la pacificación del País Vasco.

 La historia nunca se repite y las circunstancias son muy distintas, pero no nos olvidemos de Yugoslavia y como terminaron.

Es este contexto el que tenía que haber tomado en cuenta Felipe VI y haber hecho una intervención para abrir vías de dialogo. Su error mayúsculo ya veremos qué consecuencias tiene, pero desde luego no serán positivas ni para él ni para España ni para Cataluña.



domingo, 1 de octubre de 2017

TRAS EL DESASTRE DEL 1-O, RECONSTRUIR PUENTES


Si con dos palabras quisiera resumir lo que he sentido ante los hechos ocurridos en Cataluña y en el conjunto de España en los últimos días y el 1 de octubre sobre todo, estas serían “vergüenza” y “miedo”.

Las batallas siempre dejan un paisaje desolador y por mucho que unos u otros se empeñen, nunca hay vencedores y vencidos. En este caso tampoco. Hemos perdido todos y muy en especial las clases trabajadoras de España y Cataluña, las fuerzas progresistas de España y Cataluña.

La derecha española y la derecha nacionalista catalana no es que hayan ganado, pero esperan sacar importantes beneficios electorales para mantenerse en el gobierno largo tiempo y es posible que lo consigan.

Cuando estos días escuchaba las entrevistas a jóvenes independentistas catalanes, todos decían lo mismo: “la futura republica catalana, despojada del peso muerto de la derecha española, será por fin un estado progresista, social, profundamente democrático, solidario y sin corrupción”. Estas opiniones son sin duda un triunfo de la manipulación de la derecha nacionalista, que ha conseguido convencer a importantes sectores de la población que la Cataluña independiente será como Suecia o Canadá. Terrible será su despertar cuando descubran que seguirá mandando en Cataluña una derecha neoliberal y corrupta e incapaz de lograr la convivencia y cohesión social.

Y si vergüenza y miedo me daba oír a los independentistas catalanes, no menor era mi vergüenza y miedo al contemplar al renacido nacionalismo ultra español. Los discursos del gobierno, las despedidas a las fuerzas de orden público camino de Cataluña, los llamamientos a colgar la bandera constitucional, metiéndonos otra vez en una guerra de banderas, los artículos y editoriales de los medios de comunicación aparentemente más moderados…Todos echando leña al fuego. Y el colofón las cargas de las fuerzas de orden público contra la gente, que, como muchos han dicho, han sido más eficaces en crear nuevos independentistas que las arengas del Govern.

En este desastre hay una culpabilidad evidente de la derecha, pero no todos son igual de responsables. Y el que la derecha nacionalista se haya saltado la legalidad constitucional y su propia legalidad autonómica sin el menor recato y hayan hecho un referéndum, que si no hubiera sido dramático por la intervención de la policía, hubiera parecido propio de una película de los Hermanos Marx, no puede hacernos olvidar, que casi todo empezó por un PP en la oposición al gobierno de Rodríguez Zapatero, montando un peligroso movimiento anti catalanista y presentando un recurso de inconstitucionalidad frente al Estatut. Sin ese recurso y la nefasta sentencia del Constitucional, el independentismo en Cataluña seguiría estando por debajo del 20%.

Y ya en el gobierno, el PP y Rajoy han estado 5 años con una suicida pasividad ante lo que la mayoría de la ciudadanía estaba comprobando, el auge del independentismo y de su audacia y claro al final, incapaces de hacer política, han dejado el papelón de combatir el referéndum a jueces, fiscales, policía y guardia civil.

Pero me temo que la factura mayor va a pagarla la izquierda. La izquierda o hemos estado silenciosos, o ambiguos, o dando tumbos o haciendo demagogia.

El PSOE no ha sido capaz de diseñar una estrategia propia, capaz de aunar el respeto a la legalidad constitucional y la denuncia del gobierno de Puigdemont, sin dar un cheque en blanco a Rajoy. Han aparecido demasiado arrastras del gobierno del PP. Han tenido miedo de perder votos en la España profunda y a la rebelión de los barones socialistas más intolerantes. Quizás esperaban que en esta pelea el que se iba a quemar era Rajoy y que era conveniente ponerse de perfil. De hecho, Pedro Sánchez ha estado desaparecido, hasta la noche del domingo, con una intervención por cierto impecable y que comparto en lo esencial.

PODEMOS ha entendido que era la oportunidad de desmarcarse otra vez del PSOE y aparecer como la auténtica y más radical oposición a Rajoy. Se les ha ido la mano y han vuelto al discurso tremendista de Vista Alegre II, cada vez con menos matices en relación al independentismo. Ya veremos el coste electoral de esa nueva radicalización, en la que ha incurrido sorprendentemente el propio Iñigo Errejón. Los Comunes y Ada Colau han ido de la ceca a la meca para no ser devorados políticamente por los independentistas, de lo que corren serios riesgos.

El único que ha mantenido gran coherencia ha sido el lendakari vasco, demostrando una vez más que Urkullu es un dirigente político de gran altura.

Y ahora hay que intentar la reconstrucción.

Reconstrucción de puentes entre las clases trabajadoras de España y de Cataluña, responsabilidad esencial de CCOO y UGT (que dicho sea de paso tampoco están exentas de responsabilidad en el crecimiento del independentismo en la clase obrera catalana); reconstrucción de puentes entre la izquierda española y la catalana; reconstrucción de puentes entre instituciones sociales, cívicas, culturales, ONGS, incluso deportivas.

Reconstrucción de puentes entre el empresariado español y catalán; reconstrucción de puentes entre las Universidades y ámbitos científicos y educativos de España y Cataluña; reconstrucción de puentes entre los defensores del estado de bienestar social opuestos al neoliberalismo en España y Cataluña; e incluso reconstrucción de puentes entre las fuerzas de orden público de ámbito estatal y autonómico.

Y quizás lo más urgente, reconstrucción de puentes entre la izquierda y los sectores más centristas y sensatos del PP y Ciudadanos e incluso de la antigua Convergencia y Unió, con el imprescindible apoyo del PNV, para poder abrir un proceso de reforma constitucional que tenga viabilidad.  

No va a ser tarea fácil ni rápida. Pero no hay que perder ni un día en diseñar propuestas concretas, ofrecer cauces. Quienes queremos reconstruir la convivencia y cohesión social de Cataluña en España, tenemos que ser conscientes que la ola independentista seguirá impávida su camino e incluso puede apretar el acelerador con la proclamación de la república, con falsas promesas de reconocimiento internacional como Puigdemont ha soñado esta noche en su discurso institucional.

Esto no ha hecho más que empezar, pero no es inevitable, si somos capaces de abrir rápidamente una vía de dialogo, negociación y propuestas realistas.









sábado, 9 de septiembre de 2017

CATALUÑA, ¿A DONDE LLEVA LA NEGATIVA A DIALOGAR?


En el profundo conflicto político que se está desarrollando en Cataluña, es evidente que los independentistas han traspasado todas las barreras de la racionalidad y legalidad democrática. Y es comprensible la batería de medidas legales que ha puesto en marcha el gobierno de España, para intentar impedir el referéndum. Como también parece lógica la posición de los principales partidos de ámbito estatal. El problema es que llegan muy tarde y tras una miopía política importante.

Desde que el Tribunal Constitucional, en un alarde de ceguera e irresponsabilidad, declaró inconstitucionales algunos de los artículos claves del Estatut, impugnados, no lo olvidemos, por el PP, eran previsibles los hechos que después se han ido sucediendo, que para simplificar se ha denominado “el proces”.

¿Que hicieron en esos largos años los gobiernos, primero del PSOE y después del PP? NADA. Entre otras cosas porque se creían que el sentimiento nacionalista era minoritario y que las cosas terminarían por quedar en agua de borrajas. Hubo quien dijo que “el soufflé independentista terminaría por desinflarse”. Ni siquiera las cada vez más multitudinarias manifestaciones con motivo de la Diada, les hicieron recapacitar.

El gobierno del PP desde diciembre del 2011 no ha tenido ni un solo gesto de negociación política, aferrado a declaraciones genéricas sobre la unidad de España. No vieron cómo su cerrazón política estaba incluso aniquilando a los sectores moderados del nacionalismo, cómo se estaba produciendo una gravísima crisis en el seno del Partido de los Socialistas Catalanes, indispensable para reconducir la situación, cómo los sindicatos de clase en Cataluña no se sumaban a esa actitud de no dialogo o como la gente federalista de Catalunya Si que es pot, (como el diputado Joan Coscubiela, no en balde antiguo dirigente del PSUC y de las Comisiones Obreras de Cataluña) se quedaba sola en el alambre.

Confundieron negociar con ceder a las pretensiones nacionalistas, no contestaron a las primeras propuestas del gobierno de la Generalitat, no se molestaron en estar presentes en Cataluña para abrir un debate sereno sobre el encaje de Cataluña en España, hicieron oídos sordos a las razonables advertencias del Lendakari Urkullu, montaron burdas operaciones para desprestigiar a políticos nacionalistas, creyeron que con explotar en los medios de comunicación los vergonzosos escándalos de corrupción de CIU y de Jordi Pujol, el nacionalismo quedaría inhabilitado para seguir protagonizando el proces, han amenazado con retirada de fondos públicos...

Negociar no es ceder, negociar es utilizar la política y no a los jueces o la policía para resolver problemas muy complejos. No ha habido el menor intento de profundizar en la posibilidad de una nueva reinterpretación de la Constitución de 1978 en clave federal. El PSOE, inmerso en su crisis de identidad no ha sido capaz de concretar su propuesta de Estado Federal contenida en la Declaración de Granada, no se ha preocupado por abrir una negociación paralela con los nacionalistas y ha tardado 5 años en promover una Comisión parlamentaria para estudiar ese rediseño de España. Peor aún, las fuerzas que no comparten el independentismo han sido incapaces en 6 años de promover y articular una movilización social, amplia, diversa y plural, moderada y dialogante, en los pueblos y ciudades de Cataluña, dejando abandonada a la numerosa ciudadanía no independentista.

No comparto en absoluto ni los objetivos ni las practicas del nacionalismo catalán, creo que a quien más daño está haciendo es a la izquierda, a los trabajadores y clases populares, al sindicalismo, ya que en medio de la más feroz crisis económica ha situado en el centro de atención pública la cuestión de la independencia catalana, relegando al fondo del armario los graves problemas de las políticas neoliberales y del crecimiento de la desigualdad, empezando por la propia Cataluña. El nacionalismo es letal para las ideas y objetivos del progreso social y la solidaridad.

Pero dicho esto no podemos cerrar los ojos a la realidad de que en torno a la mitad de la ciudadanía les vota y tres cuartas partes quieren celebrar un referéndum. Podemos caer en el espejismo de que sus partidarios lo son en base a mentiras, a engaños, a demagogia, a populismos…Vale, todo lo que queramos, pero el voto de un independentista tiene el mismo valor que el de un autonomista o federalista (y viceversa, claro).

En julio escribí un post de mis impresiones de un viaje por Girona y Lleida y la abrumadora presencia del independentismo en la vida urbana. Supongo que los servicios de información del Gobierno de Rajoy habrán ido dejando constancia del crecimiento abrumador de la marea independentista, y lo habrán constatado los Delegados y Subdelegados del Gobierno, a poco que hayan salido a la calle caminando e incluso en su coche oficial.

No sé cómo terminará el desafío del 1 de octubre. Si en el último momento el gobierno de Puigdemont optara por la sensatez o si seguirán embarcados en la obstinación. Ni tampoco podemos saber hoy hasta donde va a llegar la actitud del PP, alentado por tantos analistas irresponsables que solo saben echar más leña al fuego. En definitiva, no sabemos si se hará y cómo se hará.   

 No soy optimista, menos aun cuando unos y otros están argumentando que estamos ante un golpe de estado. Pero pase lo que pase, el 2 de octubre seguirá habiendo en torno a 2 millones de catalanes que se identifican con la independencia y más de 3 millones que en cualquier caso defienden su derecho a decidir. Y alguna propuesta habrá que hacerles.