jueves, 30 de junio de 2016

TRAS LAS ELECCIONES, INTENTAR UN GOBIERNO PROGRESISTA


En las elecciones del pasado día 26, hay un dato positivo que merece la pena destacar: a pesar de los pesares, el 69% de la ciudadanía ha ido a votar, tan solo 3 puntos menos que en las del 20D; se mantiene una razonable confianza en las instituciones democráticas.

Un segundo aspecto a resaltar es que tras muchos años de hegemonía, el nacionalismo no ha ganado las elecciones ni en el País Vasco ni en Cataluña, a pesar de la constante suma de errores cometidos por el gobierno de España que han alimentado generosamente la espiral independentista. Es algo a apuntar en el haber de Unidos Podemos y sus confluencias.

Dicho esto, parece evidente que el conjunto de la izquierda ha retrocedido en escaños y votos y que la derecha se ha recuperado con cierta fuerza en tres ámbitos decisivos: Madrid, Andalucía y País Valenciano. Se han dado muchas y oportunas explicaciones para ese deslizamiento del electorado hacia la derecha y la abstención de más de un millón de personas, presumiblemente en su mayoría progresistas.

En relación a la recuperación de la derecha, en unas circunstancias tan adversas, solo cabe una causa de fondo. Tienen un muy sólido soporte electoral, que podrá debilitarse algo, que podrá tener veleidades mas centristas acercándose a la opción de Ciudadanos, pero que en ningún momento cruza la raya hacia el centro izquierda. Es una constante desde las elecciones de 1931, que con sus matices se ha ido repitiendo elección tras elección, con una única excepción que fue el triunfo arrollador  del PSOE en 1982 tras el golpe de Estado. A las izquierdas nos cuesta entender esa realidad, de que España no es de izquierdas, aunque tampoco sea de derechas. Esta dividida por la mitad con ciertas oscilaciones hacia un lado o hacia otro.

El PSOE ha hecho una campaña demasiado escorada hacia el ataque burdo a Unidos Podemos. Sacar a relucir de forma continua un anticomunismo primario, no es lo mas adecuado para generar una dinámica de movilización por el cambio progresista, que inevitablemente se tiene que apoyar en una alianza con Unidos Podemos. La indefinición sobre su política de pactos tras las elecciones y el constante run run de los barones y baronesas, tampoco ha facilitado la campaña de Pedro Sánchez. Y tras unos resultados mediocres, de nuevo van a por el Secretario General, sería el cuarto Secretario General en 5 años, cuando el problema de los socialistas no es tanto de liderazgo, ya que Sánchez, visto lo visto a su alrededor, es con diferencia el mejor dirigente y comunicador, sino de renovación de un mensaje político que convenza e ilusione sobre todo a los menores de 40 años  y a las clases trabajadoras urbanas.

En lo que respecta a Unidos Podemos, podemos utilizar el símil de la botella medio llena o medio vacía. Conseguir algo más de cinco millones de votos, teniendo en contra de forma muy beligerante al resto de las fuerzas políticas, a todo los grandes medios de comunicación audiovisual, con el especial y reaccionario  protagonismo del grupo PRISA, no esta nada mal. Es cierto que la confluencia con IU no ha sumado votos y encima se han perdido un millón de votos del 20D.

No son malos resultados para un Partido con dos años de vida y una confluencia constituida con muy poco tiempo de rodaje y con muchas reticencias por sectores de ambos lados, pero el listón fijado era tan alto, que al no haberlo conseguido se ha generado frustración y sensación de derrota.

En mi opinión mas allá de cuestiones de mera táctica electoral, como puede ser la a menudo chirriante imagen prepotente de Pablo Iglesias, (aunque se ha atenuado en las ultimas semanas), esta en dos errores de bulto.

El primero es que no hemos sabido explicar de manera convincente nuestra posición ante la candidatura de Pedro Sánchez, y dado que nuestra prioridad era desplazar al PP del gobierno, mucha gente de la izquierda no entendió que no utilizáramos la abstención critica y lo achacan a nuestros intereses estrictamente electoralistas, de mejorar resultados en unas segundas elecciones. Ese fue un punto de inflexión en la retirada del apoyo de gente que procedía del entorno socialista y que una parte de ellos ha vuelto a votarlos.

En segundo lugar la confusión de mensajes en la campaña, que han ido desde la confesión socialdemócrata hasta los numerosos guiños a la izquierda de procedencia comunista, incluyendo la recuperación de Julio Anguita. Es evidente que era muy difícil mantener ese equilibrio de llegar a la vez a simpatizantes socialistas y a votantes de IU, pero dados los resultados, no parece que lo hayamos logrado de forma suficiente.

En tercer lugar el tema del sorpasso al PSOE, que simultaneábamos con la oferta de mano tendida y gobierno de coalición. Los sorpassos no se deben anunciar, se trabaja por ellos y se darán o no, pero no se deben manejar como objetivo publico, porque tiene efectos rebote. Aglutina voto en la derecha y recupera voto en el PSOE de socialistas desencantados, pero que no son proclives a ver hundirse a su partido de toda la vida.

La izquierda alternativa española hemos caído en el espejismo del PASOK griego, un partido muy fragmentado, sin el arraigo y la tradición histórica del PSOE, sin los lazos con el movimiento sindical y con una acción de gobierno incomparablemente peor que la de los socialistas españoles. Pretender adelantar al PSOE, hoy por hoy, con una coalición recién creada y un partido con solo dos años de vida, era un espejismo y suponía ignorar las bases sólidas que tiene ese partido que se acerca a los 150 años de existencia.

En definitiva son errores importantes, pero perfectamente subsanables, comprensibles en una fuerza que se esta consolidando a todo correr, que no deben traducirse en purgas de dirigentes o equipos dirigentes, ni tampoco solventarse con bandazos a la izquierda o a la derecha.

A partir de este momento, nuestra actitud debería ser ofrecer sin dilación un pacto de legislatura al PSOE, bien con la entrada en un gobierno de coalición, lo que parece tremendamente difícil, dadas las resistencias de sectores de los socialistas o un abstención constructiva permitiendo un gobierno de coalición PSOE-Ciudadanos. La prioridad política debería ser evitar un nuevo gobierno del PP, que podría prolongarse por mas de una legislatura, porque no olvidemos los casos de largos gobiernos de la derecha en Inglaterra, Francia o Alemania.

En todo caso la organización debe prepararse para  realizar un activo y buen trabajo parlamentario, consolidarse como partido, reforzar los vínculos con los movimientos sociales y muy en especial con CCOO y UGT.












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