martes, 28 de octubre de 2014

CORRUPCION: RAICES PROFUNDAS



Cualquiera puede llegar a la conclusión de que se mire hacia donde se mire el sistema político y económico de nuestro país esta podrido. Hoy las noticias de las diversas formas de corrupción son más tremendas que las de ayer, pero posiblemente menos que las de mañana. Y a la vez tenemos más de cinco millones de parados, un crecimiento de la desigualdad, cientos de miles de jóvenes en un exilio económico, casi un cuarto de la población en riesgo de pobreza….Y algo que no podemos olvidar: más del 20% de la economía de España, es decir más de 200.000 millones de euros, es economía irregular, lo que afecta a una parte no pequeña de la población.

Con este panorama, uno comprendería reacciones como la del personaje (“Bombita”) que interpreta magistralmente Ricardo Darin en la fantástica y altamente recomendable película argentina “Relatos salvajes”. Lo sorprendente es que la ciudadanía española va asumiendo la ración diaria de corrupción casi como algo que forma parte del paisaje del país. Aunque es verdad que hay una caída importante de la intención de voto al PP, al PSOE y a CIU, que existe un cabreo amplio con empresarios y sindicatos y un ascenso en flecha de PODEMOS y desde luego se vislumbra una amenaza de fuerte abstención. 

Y no valen las justificaciones de que ya se ha superado la corrupción y que ahora lo que esta saliendo es el pasado y además  muy ligado al boom de la construcción. Esta es una parte de la historia, pero ni mucho menos la única o la fundamental. Tampoco vale, aun siendo cierto, que la corrupción cuantitativamente es muy pequeña en el conjunto de la actividad económica del país; porque cualitativamente es una agresión  a la inmensa ciudadanía honesta y un pésimo mensaje fuera de nuestras fronteras.

Pero más allá de esas lógicas reacciones cabría hacer una reflexión de fondo ¿Qué ha pasado y qué esta pasando para que un país con tan solo 35 años de democracia se haya sumergido en esta espiral de corrupción?

Intentare esbozar algunas ideas sobre lo que en mi opinión son las raíces de la corrupción. 

En primer termino hay que relacionarlo con la todavía muy superficial capa democrática de nuestra sociedad y por supuesto de nuestras clases dirigentes.

España, es obvio recordarlo, pero hay que hacerlo, es la sociedad occidental que ha tenido  una experiencia mas traumática en su pasado reciente. Una guerra civil de casi tres años con cientos de miles de muertos en los dos bandos, con una larga posguerra de terrible represión, que sin duda deshizo o impidió la creación de vínculos de solidaridad, honradez, responsabilidad, de pertenencia colectiva a un objetivo de nación común…Se generalizaron sentimientos de “sálvese quien pueda”, de “buscarse la vida cada uno por su cuenta”.

Cuarenta años en los que solo una pequeña, muy pequeña, minoría luchó contra esa situación y que por razones diversas, que no es el momento de desarrollar, fue apartada de un protagonismo de gobierno al conseguir la democracia. Y llegaron al Consejo de Ministros, a los gobiernos Autonómicos o a las Corporaciones Locales, quienes poco o nada habían luchado por la democracia, por supuesto con puñados de notables excepciones. Y se encontraron con mucho, mucho poder, que aunque se lo dieron los ciudadanos, a ellos les cayó del cielo. En otras palabras la clase política de la nueva democracia, junto a indudables, numerosos y valiosos logros, junto a muchos políticos honestos, eficaces y laboriosos, ha tenido en su seno  muchos que pensaron que la política era una forma de hacer negocio propio.

Pero sería muy injusto decir que la corrupción es resultado exclusivo de la actuación de una parte de la clase política. En mi opinión, y seria la segunda raíz de la corrupción, el notable y rápido enriquecimiento de la sociedad española tiene mucho que ver con la práctica o la tolerancia de la corrupción.

España ha pasado en pocos decenios de ser un país al borde del subdesarrollo a uno de los estados mas desarrollados del mundo; procesos que en otros países se han extendido a lo largo de muchas décadas en el nuestro se ha comprimido muchísimo. Todavía recuerdo cuando era adolescente cómo se celebró que nuestra renta per capita había llegado a los 1.000 dólares por habitante y en pocos decenios lo hemos multiplicado por mas de 30; es cierto que los dólares de los años 60 no son los dólares de hoy, pero refleja muy bien el cambio experimentado. Y esta impresionante transformación,  de la que debemos estar orgullosos el conjunto de la sociedad española, sin embargo ha tenido otras vertientes muy negativas.

Así, cuando antes de la crisis cruzábamos la frontera descubríamos con asombro que el parque automovilístico español era de mucho mayor nivel que el francés, que el italiano e incluso que el alemán. Por no hablar de la multiplicación de las segundas y terceras residencias o algo tan pedestre pero tan ilustrativo como ser uno de los países del mundo con mas operaciones de cirugía estética o cómo eclosionó el turismo masivo de los españoles, que empezaron a ir al Sudeste Asiático, a cruceros por los fiordos o de luna de miel a las Islas Maldivas.

Nos hemos convertido en muy poco tiempo en un país con hábitos y actitudes de nuevos ricos. No todos por supuesto, ni mucho menos, porque seguíamos con un paro y una pobreza estructural que no desaparecieron ni en los mejores años del boom económico. Nuevos ricos que en muchos casos participaron o toleraron o disculparon las diversas formas de corrupción y corruptelas.

Hay una tercera cuestión que ha favorecido la corrupción: la inoperancia de la Administración de la Justicia hasta fechas muy recientes, creando una amplia sensación de impunidad. A la cárcel iban los chorizos, los camellos y los inmigrantes;  los delincuentes de corbata eludían la sanción penal y por supuesto la cárcel.

Un cuarto factor a tener en cuenta es la constatación de que lo sustancial de la corrupción ha estado vinculado a las Administraciones precisamente mas cercanas a la ciudadanía y que se consideran un instrumento de mayor democratización del Estado: las Comunidades Autónomas y las Corporaciones Locales. Y sin embargo han fallado los instrumentos públicos y sociales de control y sus políticos y gestores han sido mucho mas permeables a la corrupción que los de la Administración General del Estado. Y sin caer en la recentralización como ha hecho el gobierno de Rajoy con la reforma de las Administraciones Locales, habrá que afrontar profundas medidas de control y transparencia en el funcionamiento de los poderes autónomicos y locales.

Un quinto aspecto a considerar es la no beligerancia de la jerarquía de la Iglesia Católica española con la cultura de los nuevos ricos y con la corrupción. Obsesionados con los gays, los divorciados o con la legislación del aborto, han hecho la vista gorda con el pecado de la avaricia. Solo Caritas y otras Instituciones religiosas de semejante perfil, han predicado año tras año en el desierto sobre la desigualdad y la injusticia de nuestra sociedad. Y si la Iglesia no excomulgaba a los ladrones de guante blanco, pues no sería algo tan malo.

Por ultimo hay que admitir que aunque la derecha gobernante, en sus diversas acepciones, ha sido principal responsable y beneficiaria de la corrupción, también hay mucho que criticar a los gobiernos socialistas que durante sus largos años de gran poder no se preocuparon en fortalecer los valores democráticos ni en la escuela ni en los medios de comunicación, ni en la creación cultural y permanecieron pasivos ante el crecimiento de la ideología del individualismo, más aun, dijeron cosas como que “España es el país donde uno se puede hacer rico más rápidamente” (Carlos Solchaga), o aquello de “blanco o negro lo importante es que el gato cace ratones” (Felipe González).

En todos esos caldos de cultivo es donde ha crecido la corrupción.  

Así las cosas, muchos pueden pensar, y es muy comprensible,  que esto solo lo arregla el tsunami PODEMOS. Ojala fuera así de sencillo. La corrupción esta arraigada y diversificada. No será fácil acabar con ella. Las fuerzas políticas y sociales, tendremos que reformar a fondo nuestro sistema político, el funcionamiento de nuestra economía y de las administraciones públicas y por supuesto nuestro modelo educativo y audiovisual.


"DOS DIAS Y UNA NOCHE": UNA MAGNIFICA PELICULA SOBRE LA CRISIS


Tras mas de seis años de crisis económica son muy pocos los directores de cine que han abordado a fondo las situaciones y consecuencias de la misma. Una de las excepciones son los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, belgas francófonos.

En estos mismo días una película suya acaba de ser estrenada en nuestro país: “DOS DIAS Y UNA NOCHE” (“Deux yours, une nuit”).

Es una magnifica película cuya mayor virtud es el rigor, la seriedad, la ausencia de maniqueísmo o de brocha gorda que la caracteriza; lo que no es nada fácil abordando un tema tan complejo y duro como es la propuesta de despido de una trabajadora con fuertes problemas depresivos y a cambio repartir una prima de 1000 euros a cada uno de sus compañeros de trabajo.

La ruptura de los vínculos de compañerismo que esa propuesta empresarial provoca en una pequeña empresa, esta magistralmente narrado. Todos, salvo uno que tiene una reacción virulenta, explican sus razones para aceptar o rechazar la propuesta. La mayoría son razones muy comprensibles, incluidos los que llegan a una posición  insolidaria. Uno lo explica muy bien: “lo necesito, con 1000 euros pago la luz y el gas de un año”.

Los Dardenne hacen un minucioso retrato de la problemática de la clase obrera en un país, (no esta claro si Bélgica o Francia), asolado por la crisis: paro, economía sumergida, eventuales, horas extras, trabajos complementarios por la tarde o los fines de semana, endeudamiento, inmigrantes, incluso tensiones familiares ante la súbita llegada o amenaza del paro. Por cierto un retrato perfectamente extensible a nuestro país.

 No hay demagogia, ni una dinámica de buenos y malos. Hasta el pequeño empresario, que lógicamente va a lo suyo, tiene sus motivos y los expone: globalización, pérdida de competitividad, presión de las economías emergentes. Ni tampoco la protagonista esta trazada en blanco y negro para generar la empatía fácil. Y un detalle, no hay sindicatos, lo que sin duda dificulta la articulación de las respuestas, de la movilización o de la creación de vínculos solidarios y la propia negociación con el patrón y el jefe de personal.

Pero siendo rigurosa no es en absoluto neutra o aséptica. Los hermanos Dardenne dan suficientes elementos de juicio para que el espectador comprenda las dramáticas consecuencias de la crisis y sus terribles efectos en la vida de las clases trabajadoras y por supuesto para que tome partido de forma consciente y no meramente visceral.

Si la película es estupenda en cuanto a su temática y desarrollo, la interpretación de los actores es excelente por lo creíble que resultan todos, incluidos los más insolidarios. Y la protagonista, Marion Cotillard, que esta en pantalla prácticamente toda la película, hace un papelón.

Y lo mejor de todo. Los Dardenne consiguen un final creíble, coherente, preciso y precioso y por supuesto positivo y movilizador, lo que no era nada fácil.

Es un cine de adultos, que consigue mantener el interés y la atención en sus escasos 95 minutos de duración y que dicho sea de paso debería ser de obligada visión general y en especial para los sindicalistas.

Y hablando de cine de adultos, aunque llegue ya tarde, porque no debe estar ya en cartelera, también recomiendo otra magnifica película belga, “El Veredicto”. (“Het Vonnis”), del director flamenco Jan Verheyen; una apasionante reflexión sobre el Estado de Derecho, los limites y carencias del Poder Judicial. Otra película que huye del maniqueísmo, que fomenta la reflexión y que trata al espectador como una persona adulta; vamos lo mismito que “Torrente 5”.



jueves, 23 de octubre de 2014

A PROPOSITO DEL EBOLA EN AFRICA: COMO EN EL SIGLO XIX



En 1959 se estrenó la película Molokai de Luis Lucia protagonizada por Javier Escrivá. Contaba la historia del misionero belga Damian de Veuster, de la Orden de los Sagrados Corazones, y su entrega al cuidado de los leprosos confinados en la Isla de Molokai (Hawai), que le provocó el contagio y la muerte. Como era de esperar, mis compañeros y yo asistimos al visionado de  la película varias veces, ya que el Padre Damian era la mayor personalidad de la Congregación de mi colegio. A mis diez años esta película me impactó muchísimo y durante tiempo estuve soñando con el drama de Molokai.

130 años después de aquellos hechos siguen muriendo misioneros europeos, en este caso en África y contagiados en el cuidado de enfermos de Ébola. Es evidente que las victimas blancas son un porcentaje ínfimo en relación con la población nativa. Y no solo en el caso de esta enfermedad, en estos momentos en el centro de la atención, que ni siquiera es la más extendida ni la más mortal en el continente africano.

La conmoción del Ébola ha desencadenado en Occidente, y en España en concreto, movimientos de solidaridad y el apoyo a las ONGs e instituciones religiosas que desempeñan labores de prevención y cuidados. Exactamente lo mismo que sucedió cuando en la última década del siglo XIX se conoció en Europa y en Estados Unidos la gesta del Padre Damian.

Desde luego lejos de mi intención criticar la ingente y solidaria labor de las Iglesias y de las ONGs que hacen lo imposible para paliar el dolor de decenas de miles de personas. Pero debemos admitir que sigue siendo una respuesta en la lógica “colonialista”, a la situación de un continente victima de métodos de explotación “colonialista”, hoy camuflado con nuevas maneras, teniendo en cuenta que formalmente los países africanos son ya independientes.

Es inadmisible que a pesar de ser un continente con enormes riquezas naturales y grandes posibilidades de desarrollo, cientos de millones de personas sigan sin tener agua potable, condiciones de vida higiénicas, redes adecuadas de atención sanitaria, políticas de prevención, suficientes profesionales sanitarios, acceso asequible a las vacunas y productos farmacéuticos, etc. Es intolerable que el gasto militar de esos países, promovido y suministrado por empresas y países occidentales, impida impulsar las políticas sociales. Es vergonzoso que se sucedan gobiernos corruptos y ausencia de prácticas democráticas que facilitan el enriquecimiento ilegal  de sus gobernantes, frente a la pobreza de la mayoría de la población.

África no necesita la caridad de los occidentales. Necesita el desarrollo económico y social. Ir creando las bases de sus estados de bienestar social y disponer de sistemas fiscales suficientes.

Lamentablemente en los diversos países africanos en los que en los últimos años ha habido un notable crecimiento económico, el modelo imperante ha sido el neoliberalismo más desmesurado y el capitalismo salvaje del siglo XIX. Las recetas del FMI y no las de la vieja tradición de la socialdemocracia o de la izquierda europea.

A diferencia de America del Sur, donde a trancas y barrancas se han abierto camino opciones de gobierno progresistas, socialmente mas avanzadas y se han ido poniendo en marcha programas de bienestar social que están reduciendo las grandes brechas de desigualdad y la ingente pobreza, en África, con una desarticulación política muchísimo mayor, sin la existencia de partidos, sindicatos y movimientos sociales fuertes y consolidados, el avance de las políticas sociales parece mucho mas difícil y lejano.

La responsabilidad de los países desarrollados es inmensa. Sus prácticas colonialistas han sido sustituidas por nuevas formas de explotación neocolonial. Siguen exprimiendo sus riquezas naturales, utilizando una mano de obra barata  y exportándoles  sus productos de consumo y sus armas de segunda mano. No exportamos democracia, no exportamos políticas sociales, ni  el fortalecimiento del tejido social.
Así hoy es el Ébola, ayer y también hoy es el sida, la malaria, el tifus, la tuberculosis, la mortalidad perinatal…. Y mañana será cualquier otra.

Seguiremos ensalzando a los misioneros y a las ONGs, haciendo colectas telefónicas en el Programa del Gran Wyoming y blindándonos para que no nos lleguen enfermos o para que podamos tratarlos con éxito. Pero ese no es el camino.

Habrá quien piense que es cuestión de tiempo, que  África esta en la buena dirección y que dentro de dos o tres décadas una nueva clase media africana presionara para el desarrollo de políticas sociales. Pero la mayoría de la población africana no pueden esperar 20, 30 o 40 años, a que les empiecen a llegar una parte de los beneficios del crecimiento económico.

La Unión Europea, Estados Unidos y en general los estados desarrollados,  deben cambiar radicalmente sus políticas neocoloniales
respecto a África y promover la democracia, el desarrollo social y la protección medioambientales y exigir a sus empresas multinacionales el fin de las prácticas de explotación abusiva. Solo así las imágenes del Padre Damian en Molokai serán un mero recuerdo de un distante pasado.


  



martes, 21 de octubre de 2014

65 AÑOS YA


Cuando mi padre cumplió 65 años yo tenía 29. Me parecía una persona muy mayor, a pesar de lo jovial, vitalista y campechano que era y lo muy informal que vestía. Algo parecido me sucedió cuando conocí a Carrillo, el tenia 61 años y yo 27; Santiago me parecía mayorcisimo.

Cuando fui a decirle a mi futuro suegro que quería casarme con su hija, él tenía cincuenta y pocos y yo 25, también me parecía mayorcisimo, claro que influía su serio aspecto, su uniforme de general de Infantería de Marina y su despacho en el Ministerio de Marina. Y el cuarto recuerdo, de otra índole, lo tengo asociado al día en que estaba en el velatorio de mi padre y mi tío Victoriano, cuñado suyo, me dijo “tu ya has pasado a la primera fila”. Me hizo papilla.

Hoy soy yo él que cumple 65. Mi paso por el IMSERSO me ha ayudado mucho a asumir la filosofía del envejecimiento activo y saludable. En asumir la vejez evitando el patetismo de los que se niegan a admitir que los años pasan y pasan.

Pero tengo que reconocer que esto no es fácil.

Me empezaron a chirriar las cosas cuando hace ya algunos años iba comprobando que todos los que destacaban en nuestro país eran ya mas jóvenes y en algunos casos mucho mas jóvenes que yo: los políticos, los escritores, los músicos, los científicos, los directores de cine… Es entonces cuando uno se da cuenta las generaciones que hay detrás de ti y que tú estas saliendo del escenario.

Después ha llegado el desgraciado tiempo de las esquelas y notas fúnebres en los periódicos. En las noticias que nos damos cuando los compañeros del colegio comemos  el último martes de cada mes. Al principio cuando quedábamos, hace diez o quince años, el parte de bajas era de los curas y profesores del colegio, pero ahora se trata de compañeros de clase o de facultad.

Y sin embargo no me siento nada viejo.

Los días que como con Juan, con Tato, con Antonio, con Rafa, con Luis, con Julio, con Pichi, los veo casi igual que hace 55 años cuando jugábamos en el patio del Colegio de Martín de los Heros. Y no solo los veo casi igual, sino que somos casi iguales y decimos casi casi  las mismas cosas. Nos vemos jóvenes y nos sentimos jóvenes, a pesar de las calvicies, las gafas y las tripas. Lo único que ha cambiado es que unos son de derechas y otros somos de izquierda, aunque da igual, porque  nos queremos.

Algo parecido sucede cuando quedamos a cenar la pandilla de la facultad. María Pía, Pilar Su, Pilar Co, Maite, Anabela, Araceli, Jaime, Juan, Tato, Javier, Alberto, Ramón. Y somos y nos comportamos casi como en aquellos guateques, un día sí y otro también, las cañas en el “Quinto Toro”, los novillos en el césped de la Facultad, las charlas en la biblioteca o los paseos por Rosales. Solo nos faltan Adamo, los Brincos y desde luego “Honey” de Bobby Goldsboro. Nos enseñamos fotos de los nietos, hablamos de nuestras pensiones, presentes o futuras, de nuestros hijos desperdigados por todo el mundo por culpa de la crisis,  de dolencias, medicinas y operaciones, pero seguimos haciéndonos las mismas bromas y tonterías como cuando teníamos 18 años.

Y por encima de todo: seguimos disfrutando con el rock and roll.

No sé si mi padre hacía lo mismo a esta edad. Creo que no. A ellos les partió la juventud la guerra civil y después no estaban los tiempos para mucha jarana. Pero es cierto que mi padre fue un viejo divertido. Descubrió sus increíbles dotes de pintor impresionista con la jubilación y se montó una pandilla de pintores en Xativa. Sí, fue un viejo activo, como los que aconsejan y ponen de modelo los programas del IMSERSO; hasta que ya no pudo salir de casa, empezó a perder la memoria y a asustarse cuando oía las tertulias de la radio, pensando que de nuevo volvían los tiempos de la guerra.

Así que no me siento viejo, pero si sé que ya me queda mucho menos.

En estos días de cumpleaños, cuando miro los muchísimos libros, discos, películas y series de televisión guardados en mi casa, llego a la conclusión de que seguramente ya no me dará tiempo a volver a leerlos, escucharlos o verlos. ¡Que lastima! Ahora que El País esta publicando la obra de Julio Verne cuanto me gustaría volver a leer “Los hijos del Capitán Grant”, “Viaje al Centro de la Tierra” o “20.000 leguas de viaje submarino”, que tengo tan desgastadas por el uso.

Y me entran las prisas. Quiero leer, escribir, ir al cine, a conciertos, a la opera, al campo, a la playa, conocer Estocolmo, Egipto, Chicago, San Petersburgo, volver a Viena, a Budapest, a Edimburgo, a  Oporto. Hablar y pasear con nuestros hijos Javier y Juan. Jugar con nuestra nieta Violeta, tan lejos en Chile, oír cds de Sinatra, de Elvis, de los Beach Boys, de los Byrds, de Johnny Cash o de Ray Charles, que tengo pendientes o varias operas de Haendel que ido descubriendo en los últimos años. Y seguir viendo crecer a Violeta.

Y me vuelven a entrar las prisas. Tenemos que arreglar la casa de Madrid. Cuidar mejor el huerto en Santa Cruz del Valle…

Envejeceré poco a poco con Elena, y me  seguirán diciendo lo guapa que es mi hija, confundiéndome como siempre con su padre.

Bueno. 65 años. La verdad es que ni puedo ni quiero quejarme. Ni por lo mucho y estupendo ya vivido ni por lo que me queda por delante.



jueves, 16 de octubre de 2014

ESPAÑA: DEL PAIS DE LAS GRUAS AL PAIS DE LAS TERRAZAS



Cualquiera que recorriera España hace diez años, la imagen que le quedaría es que el nuestro era “el país de las grúas”. Hoy sería algo muy diferente, nos hemos convertido en “el país de las terrazas”. Hemos pasado de la burbuja del ladrillo a la burbuja de los chiringuitos.

No es que tenga nada en contra de las “terrazas” que han florecido por todas las calles, paseos, plazas, parques, centros comerciales, etc. Todo lo contrario ¿a quien no le gusta tomarse unas cañas y unas tapas, aunque sea respirando el CO2 de los coches?

Sin esas decenas de miles de bares, restaurantes, tascas varias y sus consabidas terrazas, el empleo estaría mucho peor. Sin duda alguna. Gracias a ellas Rajoy puede decir de vez en cuando que ya están arreglando el problema del paro y saliendo de la crisis.

Por supuesto que el sector de la hostelería es decisivo en España y es uno de los soportes más importantes de la actividad turística interna e internacional. Sería una barbaridad económica y social limitarlo o ponerle trabas, a pesar del subempleo, empleo precario, bajos sueldos, largas jornadas, deficiente profesionalidad, etc.

¿Pero es ese el nuevo modelo productivo al que aspiramos? ¿El que va a garantizar la sostenibilidad de más y mejor empleo en el futuro? ¿El que nos va a dar alguna posibilidad de competir con las economías emergentes? ¿En el que van encontrar trabajo los cientos de miles de universitarios o titulados de Formación Profesional, que están desesperados porque nadie les da un empleo y menos aún de acuerdo con su cualificación?

Es evidente que es mucho más fácil, barato, rápido y capilar, impulsar la actividad de la hostelería que regenerar el tejido industrial del país, apostando por actividades competitivas, de alto valor añadido, de empleo de calidad, bien remuneradas, etc. Un tejido industrial que, salvo en dos o tres Comunidades Autónomas, esta bajo mínimos. Claro que ese objetivo de reindustrialización exige una política coherente a medio y largo plazo, en la que la inversión pública marque pautas y estimule la inversión privada.

¿Y donde están la  inversión pública y privada en I+D+I? A la cola de la Unión Europea. ¿Dónde la inversión pública y privada en descentralizadas redes de transporte que permitan colocar un producto en pocas horas y en buenas condiciones en el corazón de Europa, si hemos dado absoluta prioridad al AVE de pasajeros en detrimento del transporte ferroviario de mercancías, mientras una desmesurada flota de transporte por carretera encarece costes y destroza la red viaria? ¿Dónde esta la apuesta pública y privada por una malla de telecomunicaciones de Internet de alta velocidad que llegue a todas las poblaciones y barrios de nuestra geografía?

¿Dónde el apoyo a las empresas españolas en el comercio exterior, con un trabajo planificado, sistemático y permanente, más allá de los gestos y viajes del anterior Monarca o de puntuales operaciones de imagen del Ministerio de Asuntos Exteriores? ¿Para cuando la reforma del sistema energético que permita el sustancial abaratamiento de los costes de la energía que hoy son letales para las empresas (y para los bolsillos de las familias)? ¿Hasta cuando vamos a retener a la industria del automóvil sacrificando condiciones de trabajo y salario? ¿Hasta cuando vamos asistir pasivamente al ninguneo de las instituciones de la Ciencia y de los Científicos?
    
No, no hay voluntad política para afrontar que queremos que sea España en las próximas décadas, en un mundo que como nos conformemos y nos durmamos en las terrazas y chiringuitos, nos va a arrollar, como ha venido arrollando al pequeño comercio tradicional, primero con la implantación de las grandes superficies, después con la libertad horaria y ahora con la invasión de los comerciantes chinos, sin una capacidad de respuesta que no mire al tiempo pasado sino a los retos del futuro.

Pero esto no le preocupa ni a Rajoy y menos aún a Artur Mas y a sus iluminados aliados. Y el PSOE, hasta ahora, no esta siendo capaz de poner en el centro de los debates públicos el imprescindible objetivo del nuevo modelo productivo. Tan solo los sindicatos CCOO y UGT claman en el desierto sobre la urgencia de la reindustrialización, pero con lo que nos esta cayendo encima, tampoco es que se nos tenga muy en cuenta.

¿Y las organizaciones patronales? ¿Qué dicen? ¿Qué hacen? Siguen casi de forma monocorde con sus mantras ancestrales: flexibilidad laboral, moderación salarial, despidos baratos, bajada de cuotas de la seguridad social y de impuestos….Eso es lo único que les interesa a este tipo de dirigentes empresariales. Aquí mucho criticar a los sindicatos pero resulta más que vergonzoso que al frente de la patronal nada menos que de Madrid, haya estado hasta ayer  un empresario, precisamente de la hostelería, con un sonado historial de mala gestión e incluso fraude. Es muy significativo. Como también lo es que el anterior Presidente de la CEOE sea un ladrón y haya estado vinculado al sector del turismo.

Y mientras, los grandes empresarios haciendo las Américas, donde han encontrado fácil terreno para ganar mucho y pronto, pensando que con formar parte de rimbombantes consejos de la Marca España con sus colegas de la flor y nata del empresariado están cumpliendo con su país. No me parece mal que las empresas españoles se internacionalicen o se conviertan en multinacionales, pero sin relegar su compromiso activo para relanzar la economía española, para recuperar la industria, para modernizar el país, para lograr ese nuevo modelo productivo.

Ahora mismo se esta tramitando una ley decisiva para posibilitar el impulso del nuevo modelo productivo: la reforma fiscal. ¿Y dónde esta el debate sobre la relación entre fiscalidad y modelo productivo, más allá de las bromitas y ocurrencias del Ministro Montoro?.

Pues nada,  a seguir con el tran tran. Ahora con la anunciada peatonalizacion del centro de Madrid, muy positiva por otra parte, vamos a tener muchas más terrazas todavía. Ah! y más centros de dermoestética, de pilates, de gimnasia 24 horas, peluquerías, de arreglos de uñas y cejas…. Primero nos forramos en las terrazas y luego nos gastamos la pasta en ponernos guapos. Y mientras en la India, en China, en Corea del Sur, en Indonesia, en Brasil, preparándose para el futuro, eso sí, por el momento,  en condiciones de explotación de la mano de obra. La espectacular caída de la Bolsa en los últimos días, aunque vinculada a factores internacionales, es una razón más para buscar un nuevo modelo productivo solido y con posibilidades de futuro.
Sería muy bueno que en los próximos procesos electorales en lugar de enzarzarnos en tantas chorradas, pensáramos un poco si queremos seguir siendo el país de las terrazas o aspiramos a algo más.











viernes, 10 de octubre de 2014

TARJETAS OPACAS DE BANKIA (II): CRISIS IDEOLOGICA Y DE VALORES





No me imagino a los viejos dirigentes comunistas o de CCOO, como Simón Sánchez Montero, José Sandoval, Marcelino Camacho, Julián Ariza, Macario Barjas o el socialista Luis Gómez Llorente, trajinando con tarjetas opacas.

Y la pregunta que muchos nos hacemos es ¿cómo es posible que esto haya sucedido? Conozco a un parte de los implicados, a alguno desde que era un adolescente luchador contra la dictadura y le defendí en una demanda en Magistratura de Trabajo frente a los desmanes de su empresa. Con otro he militado largos años en los mismos proyectos políticos y siempre ha sido una persona ponderada, constructiva, aportadora de ideas.

¿Qué ha pasado?

Desde luego no estoy por la labor de demonizar a nadie ni pensar que se han pasado al lado malo de la historia, como le sucedió al Jedi Darth Vader en la Guerra de las galaxias. Además creo que hay que diferenciar ilegalidades, irregularidades y prácticas éticamente inadmisibles, porque no es lo mismo. En todo caso me gustaría hacer una reflexión de fondo al respecto que ayudara a explicar esta situación.

Y en estos días aciagos me ha venido a la cabeza un comentario que hace ya más de 20 años me hizo mi amigo y camarada entrañable,  ya fallecido, Manolo López, abogado laboralista y comunista de larga y heroica trayectoria. Estábamos con nuestras familias en el parque del Retiro un domingo tomándonos una cerveza. Se acercó una persona pidiendo dinero, él sacó unas monedas, se las dio y me dijo, “Yo desde que ha caído el Muro de Berlín doy limosna a todos los que me piden por la calle”. Me quede sorprendido por la frase y desde luego en aquel momento no entendí la profundidad de la misma.

Manolo tenía toda la razón. Aunque para los eurocomunistas, y él lo era a fondo, el socialismo real era algo con lo que habíamos roto hacía mucho tiempo, sin embargo seguíamos teniendo una referencia ideológica que había comenzado en Octubre de 1917 con la toma del Palacio de Invierno de San Petersburgo por los bolcheviques.

Y poco a poco nos hemos ido quedando sin referencias, hasta casi diría que sin esperanzas. Porque ni siquiera ya nos servía Cuba y para que hablar de China. Algunos de nosotros optaron por lo que consideraban el mal menor, incorporarse a la socialdemocracia, para al menos ayudar a hacer cosas concretas para mejorar la vida de la gente trabajadora. Otros nos mantuvimos a trancas y barrancas en IU y hubo quienes se quedaron en el limbo a la expectativa.

Pero en definitiva las férreas convicciones ideológicas que habían configurado nuestro compromiso y activismo político y sindical se resquebrajaron. En el campo sindical la necesaria independencia orgánica de nuestros partidos de referencia, al menos en el caso de CCOO, se llevó a tal extremo paranoico, que nos dejó desnudos en términos ideológicos.

Este terrible proceso coincidió en el tiempo con la evidente transformación de la sociedad española. Con un notabilísimo crecimiento económico, que llegó a gran parte de la población y por supuesto a la clase obrera. Con un cambio de modelos sociales de referencia, que dejaron de ser los viejos obreros que tenían una concepción de la vida sustentada en valores de clase “tradicionales”: el trabajo bien hecho, la responsabilidad, la honradez, la solidaridad, los vínculos colectivos…etc. Todo ello se fue sustituyendo por otros valores impulsados por el neocapitalismo ultraliberal, del ascenso social, el consumo desmedido, el triunfo de la  imagen, el individualismo.

La izquierda no supimos o no pudimos, renovar nuestras ideas, y adecuarnos a las nuevas realidades de un mundo en permanente cambio, y a la vez mantener la esencia de nuestros valores, defenderlos y confrontarlos con los de los neoliberales.

Nos quedamos sin sistema ideológico y perdimos la batalla de los valores.

Y unos, los mas honestos y compasivos, empezaron a dar limosna y a otros les pareció normal que les dieran unas tarjetas opacas como una especie de sobresueldo.

Junto a ese aspecto del desmoronamiento ideológico hay otra razón que explicare con una segunda anécdota.

Hace mas de diez años, cuando asumí un cargo en una administración  autonómica, mi nueva jefa me indicó que tenía que dejar sin ninguna función de responsabilidad a todos los altos funcionarios del PP, que eran la mayoría, y poner a gente segura afín a la izquierda. Tomé nota de su indicación y me dediqué  a conocer a unos y a otros, comprobando que había gente de derechas excelentes profesionales y que algunos de los recomendados no daban la talla ni de lejos. Le trasladé mi opinión a mi superiora y me contestó tranquilamente: “la derecha lleva mandando aqui desde 1938, ahora por fin nos toca a nosotros, ¡que ya era hora!”. No la hice caso y a los tres meses dimití.

Y a ese argumento de ¿por qué no vamos a tener derecho nosotros? se le suma una especie de justificación: ¿qué representan unas decenas de miles o unos pocos centenares de miles de euros de sobresueldo opaco en comparación a las indemnizaciones de muchos millones de euros que se han llevado los grandes directivos, en muchos casos inútiles y con nefasta gestión, de la Banca, o de las multinacionales, incluyendo la indemnización por despido que cobró el actual Presidente de Bankia, que fue largado del BBVA con una pensión anual desde los 55 años de 3 millones de euros/año?  

Esa conjunción de factores es el trasfondo del escándalo de las tarjetas opacas. Luego están, por supuesto, los matices de cada caso personal, de las cuantías utilizadas, de los tipos de gasto efectuados o de las actitudes que ha tomado cada cual cuando les han pillado.

Por eso va a ser tan difícil acabar con esa intensa y extensa telaraña de las diversas formas de corrupción y corruptelas. Pero si no hay ideología que al menos aspire a un mundo medianamente alternativo, ¿qué demonios hacemos la izquierda política y sindical en las instituciones?

Una ultima anécdota. En estos días he cenado con un grupo de amigos y amigas. Todos de la izquierda clásica. Todos, menos otro y yo, dijeron que iban a votar a PODEMOS. ¿qué les podía decir que sonara convincente?












viernes, 3 de octubre de 2014

LAS TARJETAS "OPACAS" DE BANKIA Y LOS SINDICALISTAS


Pensaba escribir sobre el proceso de elecciones sindicales, que en estas mismas semanas esta cogiendo impulso o algunas reflexiones sobre el modelo productivo que se esta configurando en la salida de la crisis económica. Pero muchos de los lectores habrían pensado que vaya manera de esconder el bulto y tendrían toda la razón.

El asunto de las tarjetas opacas en Bankia es un tremendo mazazo para la credibilidad de la izquierda política y de los sindicatos de clase. No sirve la excusa de que la derecha y dirigentes empresariales también están implicados. A mi lo que me interesa es intentar salir de la telaraña de “la casta”, donde nos quieren meter algunos y por el momento con evidente éxito.

Es verdad que la información es aun muy confusa en determinados aspectos y sobre todo en la concreción de cómo se utilizaron las tarjetas. Seguramente no todos las habrán usado con la misma finalidad. Por ello hay que ser cuidadosos en los juicios de valor y no caer en tajantes descalificaciones sin tener todos los datos encima de la mesa. Pero eso mismo hubiera exigido información detallada de cada uno de los afectados de en qué y por que se han hecho esos gastos.

He pertenecido durante casi 5 años a un importante Consejo de Administración de una empresa pública, RTVE. Y se por experiencia lo facilísimo que puede resultar deslizarse por la pendiente de la irregularidad. No había tarjetas ni opacas ni de ningún tipo, pero sí la posibilidad de gastos de representación. Durante esos años los consejeros de la izquierda luchamos denodadamente para que hubiera transparencia en la aplicación de esos gastos de representación, que se regularan y se conocieran. Éramos minoría y no lo logramos a pesar de plantearlo reiteradas veces. Como tampoco conseguimos aprobar una norma sobre la utilización de los coches oficiales. En todo caso sí había que justificar uno por uno cada gasto realizado.

Así que me sorprende que en Bankia al menos los Consejeros de la izquierda no hubieran planteado como mínimo una regulación de esas tarjetas opacas. Por lo que sabemos cada uno cogió la suya y la utilizó a su propio criterio y sin requisito alguno de justificación y eso se mire como se mire no es admisible y no sirve el que en otras entidades financieras o grandes empresa sucedan cosas parecidas.

Así las cosas me congratula que el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, haya sido tajante y haya anunciado la expulsión de quienes se hayan aprovechado de manera injustificada de esas tarjetas opacas y haya pedido perdón por los socialistas implicados. No todas las reacciones han sido tan contundentes, seguramente por temor a precipitarse o a caer en una especie de caza de brujas. Sí es un dato a tener muy en cuenta las dimisiones de responsables tanto sindicales como del PSOE, en claro contraste con la actitud, hasta el momento, de implicados de la derecha y la patronal, lo que refleja que no todos son iguales ni mucho menos.

Pero más allá del escándalo de las tarjetas de Bankia, sería conveniente profundizar el debate sobre la participacion, por lo menos de los sindicatos en los Consejos de Administración. Ignacio Fernández-Toxo hace más de año y medio en el Congreso Confederal de CCOO se pronunció de forma muy crítica al respecto y dio a entender que esa vía o se iba a cerrar o se iba a regular con absoluta transparencia y rigor.

No es un tema fácil. En algunos de los Estados mas avanzados del mundo los Sindicatos están en Consejos de Administración, resultado de una justa reivindicación para conocer, controlar e incidir, en la medida de lo posible, en la toma de las decisiones estratégicas de las grandes empresas. Desconozco como lo tienen establecido  y que garantías existen para evitar practicas irregulares. Porque me figuro que intentos de comprar y corromper a dirigentes sindicales haberlos  haylos en muchos sitios. Por tanto habrá que amarrar muy férreamente esas garantías o buscar vías alternativas para conseguir ese control e influencia en el funcionamiento de las empresas.

Sea cual sea la decisión que tomen CCOO y UGT sobre la participación en los Consejos de Administración, el mal ya esta hecho y me temo que tardaremos años en levantar esa losa que nos ha caído encima y que se viene a  sumar a otros hechos injustificables y desde luego a una intensa, sostenida y eficaz campaña antisindical que estamos padeciendo en los últimos años.

Sin duda van a arreciar las críticas, justo en medio del proceso de elecciones sindicales, y nos va a costar mucho desprendernos de la acusación de formar parte de “la casta”.

Por tanto, sin precipitarnos, pensando bien las cosas y contando de la forma más amplia posible con la opinión del conjunto de la afiliación, los sindicatos tenemos que mover ficha. Estamos en una situación de emergencia y hay mucho en juego, por lo que las respuestas deben ser meditadas, con visión de futuro, pero inequívocas, para que nos ayuden a recuperar la confianza de millones de trabajadores.

Los sindicatos tenemos que asumir nuestros errores y limitaciones y obrar en consecuencia y con contundencia. Pero el conjunto de la ciudadanía y de la clase trabajadora debe ser muy consciente que hay que defender y proteger a los sindicatos de clase, porque de lo contrario nuestro país sufrirá un retroceso formidable en sus condiciones de trabajo, de vida, de protección social. Una sociedad con sindicatos débiles, marginados o devaluados, estará mas cerca del siglo XIX que de los retos que tiene que afrontar en el siglo XXI, como he resumido en otras ocasiones, estaremos mucho mas cerca de Singapur que de Suecia.

Dos ultimas consideraciones. Este escándalo no debería ocultar la realidad de que en muchas, muchísimas,  grandes empresas hay diversas y eficaces formulas para sobrepagos a sus equipos directivos, con cuantías o privilegios desorbitados, ¿hemos olvidado las millonarias stock options de Telefónica? que convierten en calderilla los pagos de las tarjetas opacas de Bankia. No puede ser una excusa ni un atenuante, pero a ver si ahora quienes abusan en nuestro país van a ser los de un puñado de sindicalistas y de militantes de partidos de la izquierda.

Por último, me figuro la desolación, la rabia y el acoso al que estarán sometidos en estas horas decenas de miles de activistas sindicales, aquellos que día a día dan la cara en sus centros de trabajo defendiendo las justas reivindicaciones de sus compañer@s. Lo están pasando mal y peor que lo pasaran en los próximos días. Pero que tengan la seguridad de que el sindicalismo de clase, que no tiene por detrás precisamente un camino de rosas, saldrá adelante, gracias a ellos y a los millones de trabajadores que siguen confiando en su ingente y desinteresado trabajo.