El fallecimiento de dos de los más
importantes empresarios de nuestro país, Emilio Botín e Isidoro Álvarez, ha
dado lugar a innumerables artículos laudatorios de su contribución al
desarrollo de sus grandes empresas y en general a la economía española. No seré
yo el que cuestione la labor de ambos, pero si echo muy de menos alguna
referencia a los aspectos negativos de su gestión, que no han sido ni pocos ni
leves.
En el primer caso por sus indudables
responsabilidades en la crisis del sector financiero español, aunque el Banco
Santander haya sido uno de los mejores librados y en segundo por el
mantenimiento de unas leoninas condiciones laborales de su personal y un
antisindicalismo rotundo (suelen ir juntas). Por no hablar del pequeño detalle
del fraude fiscal desde los años de la guerra civil que la familia Botín ha
practicado con sus depósitos opacos en Suiza.
No me hubiera molestado en mencionar
estas cuestiones, sino hubiera leído con estupor un artículo de Soledad
Gallego-Díaz en El País Semanal de este domingo, con unas durísimas críticas a
los dos sindicatos de clase y una petición de dimisión de sus dos Secretarios
Generales.
Considero a Soledad como una de las
mejores periodistas de España, seria, rigurosa, siempre en posiciones
progresistas, con la que suelo coincidir al 100%, aunque últimamente a veces se
sitúe en posiciones, para entendernos, próximas
a los análisis de PODEMOS; por ello me ha sorprendido y dolido su artículo.
Por supuesto que considero que CCOO y
UGT no tienen bula y deben ser objeto de crítica como todo el mundo. En algunos
de mis post he hecho más de una referencia crítica a la acción sindical de mi
sindicato.
Pero de ahí a endosarles un papel
fundamental en el deterioro de la vida pública de nuestro país y a señalar la
permanencia de Toxo y Méndez como un obstáculo a la regeneración democrática
hay un enorme abismo.
Nos movemos todavía en un maremagnum
confuso en el que una jueza ha montado un macroproceso, que algunas editoriales
de El País ha llegado a calificar de “Causa General”, (en alusión a los
procesos entablados por el franquismo después de la guerra civil) y en el que
todavía no se sabe si por parte de algunos sindicalistas ha habido errores de gestión, irregularidades
administrativas o delitos penales.
Lamentablemente Soledad se suma a
quienes ya han condenado a los sindicatos por corrupción.
Creo que no somos conscientes del daño
que se esta causando a una institución, los sindicatos, que no solo han sido
decisivos para la consolidación de la democracia y el avance del bienestar
social de España, mucho, muchísimo mas que el Banco Santander y El Corte
Ingles. Es que sin ellos, sin fuertes, prestigiados y reconocidos
sindicatos, el futuro que nos espera será
trabajar como en Malasia o Singapur. Y así no saldremos de la crisis o al menos
no saldremos la mayoría de la población española.
Insisto, nada de bulas ni discriminación
positiva para los sindicatos, pero midamos a todos con la misma vara.
A ver si ahora Toxo, que por cierto
lleva trabajando desde los 14 años y que es muy posible que todavía no se haya
tomado nunca un mes de vacaciones, va a ser el responsable de la crisis
institucional de nuestro país.
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