jueves, 26 de enero de 2012

JUSTICIA NEGRA


Se acumulan las malas noticias sobre el poder judicial. El Tribunal Supremo sigue adelante con los procesos al Juez Garzón. El jurado ha absuelto a Camps y Ricardo Costa. Gallardón, uno de los supuestos mirlos blancos centristas del gobierno de Rajoy, prepara diversas contrarreformas, la inclusión del copago y muy en especial el cambio en la forma de elegir al Consejo del Poder Judicial. Mientras tanto el funcionamiento de la administración de justicia desespera a la ciudadanía,  que de manera reiterada sitúa al poder judicial en los últimos puestos de su valoración. 

Nunca he sido imparcial en el tema del poder judicial. Reconozco que arrastro antiguos prejuicios marxistas y sobre todo mi amarga experiencia de ejercicio de la abogacía. Ya se que eran otros tiempos y otros jueces. Pero la administración de justicia sigue siendo el único ámbito del Estado que no ha experimentado su transición democrática, aunque hoy las leyes hayan cambiado y muchos jueces también.

Los jueces siguen estando por encima del bien y del mal y son el único poder que puede empurar a alguien por meterse con ellos. Podemos criticar y algunos de que manera lo hacen, con los gobiernos, con el ejercito, con la jerarquía eclesiástica, con los medios de comunicación, con los diputados y senadores y ahora también un poco con la familia real. Pero los jueces siguen siendo intocables. Sus disparates también, sean por posiciones ideológicas, por actitudes machistas, homófobas, xenófobas o de añoranza de la dictadura o por mera vagancia, dejación de funciones o desorden de sus juzgados.
 

Los sucesivos gobiernos nunca se han atrevido a meter mano. Unos porque tenían otras prioridades, otros porque les eran afines, otros como Zapatero por candida ingenuidad como p.e. al proponer a un conservador como Divar presidente del Consejo del Poder Judicial y del Tribunal Supremo. Los tejemanejes impresentables de una buena parte de la izquierda judicial presente en el Consejo tampoco han ayudado a dar una imagen alternativa de la justicia democrática. 

Gallardón plantea dos medidas reformadoras de hondo calado. La elección de los jueces del Consejo por el conjunto de la judicatura. Así no se despolitizara la justicia, sino que se reforzara una opción, porque la derecha ganara por goleada. La segunda propuesta es que los miembros del Tribunal Constitucional sean  nombrados con carácter indefinido. Muy listos esta gente de la derecha. Con su actual mayoría absoluta le darán la vuelta al Tribunal Constitucional y tendremos unos jueces conservadores para muchos años. A Gallardón se le puede criticar por muchas cosas, pero tonto desde luego no es.

Lo de Camps y Costa, no puede sorprendernos. En la Comunidad Valenciana más del 50% les ha vuelto a votar, a pesar de los pesares. Por tanto al menos 5 de los miembros del jurado eran simpatizantes de Camps. No se podía esperar otro pronunciamiento. No tengo nada claro si es mejor para determinados delitos la intervención del jurado popular, pero desde luego no debería existir en procedimiento con significado político y menos  aun en un país y momento con la población tan polarizada.

Para terminar. Garzón nunca me han convencido, ni como juez estrella ni en su fugar paso por la política. Pero la vendetta de la derecha contra el es una de las mayores vergüenzas de nuestra historia democrática.

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